Me diste besos sabor a vino tinto de Bordeaux
Me diste abrazos qué disiparon todos los cuerpos menos el tuyo
Me diste tu mano para tirar de mi entre las multitudes
Me diste valor
Desde esa primera mirada
Maldita mirada
Bendita mirada
Mirada asesina
Ese día entendí
Que las miradas si matan
La tuya me arrolló
Y yo le abrí cada una de mis murallas
Era como si tuviéramos un complot
Un plan silencioso para entregarnos
Para dejarnos tomar del corazón por el otro
Esperando y sabiendo que no nos lo arrancariamos
Siento que te conozco de toda mi vida
Y que tengo toda una vida para conocer todo de ti
Como un viaje de un estupefaciente del que no puedo bajar
Temiendo el momento en que me alcance la abstinencia.
En verdad creo que estábamos predestinados
Para hacernos felices
O para destruirnos
Pero predestinados al final
-Bajenme, Apolo-
¿lo sentiste? ¿Al morir, lo viste? Siempre he considerado que la belleza de lo efímero yace en que el dolor que produce el final, solamente realza la hermosura del momento. los humanos siempre tan enamorados de la tragedia. Estarás de acuerdo conmigo al decir que fue una muerte dulce y suave, como el batir de alas de un colibrí. Pero debo decirte que no la considero una muerte limpia, la manera tan política en que lo manejamos, como dos rivales que se conocen tanto que toda contienda está destinada al empate, me resulta repulsiva. Ese momento en que convertimos el vínculo en negocio y nuestra delicada y sobrevalorada estabilidad se convirtió en prioridad. Allí fue cuando el tumor se convirtió en maligno y la fecha de caducidad fue impresa. Algunos dirán que resulta deprimente pensar en tanto tiempo invertido, en tanto esfuerzo, tanto llanto, tantos momentos, tanto valor, tanto cariño, tanto daño, tantos secretos. Tanto que hicimos para terminar convirtiéndonos en dos extraños que se conocen demasiado bien. A mí me parece que fue una inversión que valió cada pequeño gesto. En su momento fue mi pilar de salvación. Efímera pero necesaria, como todo en la vida. ¿Qué es infinito sino el cambio, cuando todo lo que es se convierte en algo más y no tiene otro destino más que ese? Progresa o muere, crece o disminuye, pero siempre existe. La verdad es que no puedo evitar que el olor a pasto en el viento me haga pensar en aquellas tardes sentados sobre alguna colina, observando el atardecer como si nuestra juventud fuera eterna. No puedo evitar extrañar aquellas noches desprovistas de sueño que llenábamos de un dialogo cómico y existencial. Escucharte llorar llego a ser una experiencia más íntima que la que trae el sexo a los amantes. Dime que tu no piensas en el dolor que compartimos al ver una orquídea. Dímelo y sabré que estas mintiendo. Si seguiremos entrelazados como gotas de lluvia cayendo sobre un charco, uniéndose en círculos concéntricos perpetuos, es verdaderamente incierto. Quizá permanecerás como una sombra en mi rostro, debajo de la comisura de mi sonrisa. Como una ojera que no me abandona, de aquel descanso que siempre me hará falta. Al final lo inevitable que tanto quisimos evadir nos atrapó. Esos cambios contra los que tanto luchamos juntos nos alcanzaron y nos cambiaron a nosotros también. Tú ya no eres esa niña que me hacía querer llorar cuando caía y era incapaz de admitir que le dolió. Yo ya no soy ese niño que no podía decir que no al momento de amar a alguien. Tú te has convertido en la incertidumbre del mismísimo océano y yo no soy más que un cobarde, que construyo una fortaleza rodeada de murallas para no ser tocado otra vez. Dime que no te produce al menos soltar un suspiro saber que esos días en que nos sentíamos infinitos se acabaron. Dime que no sentiste un escalofrió al darte cuenta que llego el fin del infinito. Atte. Apolo.
Te extraño tanto
Que no quiero que vuelvas
Nunca mas
Encendimos uno, uno para los dos, compartiendo. Inhala, pásalo, pásamelo. Quémame, sonríe. Era eso lo que existía. Lo que tenía. Mi fragmentado corazón, hecho pedazos. Tus agónicos sueños, confusa. ¿Qué quieres tú? ¿Que buscaba yo? ¿Compañía? Acompáñame a perderme. Y ardía, consumiéndose. Sonreí. Te veía y tus ojos me contaban la historia de tu vida. Me observabas buscando respuesta y mis ojos te respondieron. Se quemó hasta la colilla. Y la sensación se propago entre nosotros. Reíamos y reíamos, como drogados, pero más que el tabaco, fue la compañía. Lloramos, sin lágrimas y en silencio. Y las arenas del tiempo seguían cayendo. Los hilos de nuestros destinos se seguían desenlazando. Quería otro, querías otro, queríamos la compañía. Nos dejamos abrazar por el humo del otro y lo sabíamos, en el fondo sabíamos que se acabaría. Tus dedos danzando en la colilla, mis labios besando el filtro. Allí estábamos, sangrando, llorando, riendo en compañía. Y paso, mi universo llego al colapso y me perdí. Sin saber dónde estoy ni a donde iba. Y paso, tu sueño se estrelló y te perdiste. Sin saber a dónde ir. Y el dolor ya no dolía, solo existía. El cigarro ya no se consumía, solo ardía. Y en una nube de humo te perdí. En una nube de humo me desvanecí. ¿Dónde estás? ¿Dónde estamos? Y quería otro. Encendí otro. Inhale. Ardiendo. El humo se disipó y tú ya no estabas allí.
atte. Apolo
Cuando muera sepultenme:
Con mi poema de Rimbaud
Para darme valor en el camino
Y mi álbum de Dan Reynolds
Para hacerme sentir comprendido
Con una cajetilla de Marlboro rojo
Para los días de nostalgia
Y una onza de sativa
Para las noches sin fragancia
Una botella de Carolina Herrera
Para sentir cerca a mi padre
Y un estuche de bolígrafos morados
Para pensar en mi madre
Mi baraja de tarot
En la bolsa azul que tejio mi abuela
Un par de guayabas
Del árbol que plantó mi abuelo
El control de la consola
Que compartía con mi hermano
Y el libro de mandalas
Que coloreaba con mi hermana
El peluche de pingüino
Que me regaló mi mejor amigo
Y una copia de la pelicula
Con la que llore con el que ya no está conmigo
La foto enmarcada de la tarde
En qué mi amor fue a buscarme
Y el primer poema que escribi
Cuando supe que no podría escaparme
Son pocas las cosas que amo
Que me hacen feliz cuando estoy roto
Había sucumbido a un sombrío letargo, de profunda melancolía. La terrible decepción de quien entrega un corazón puro y entero, para recibir devuelta un saco lleno de fragmentos y polvo. Había perdido mi voz gritándole a oídos sordo lo que era el amor y la alegría. mis ojos ardían sin poder llorar una lagrima más. Mis sentimientos me pedían con alaridos que acabara con su sufrimiento y mi mente me juzgaba por cometer tantos errores, de los que ella siempre me advirtió. Le dije al amor que se marchara y jamás regresara, este me vio con una risa burlona y se dio la vuelta. Hable con la luna y le jure que no volvería a tener otra amada más que ella. Hice mi vida, un planificado esquema para mí, solo para mí y mis sueños. Y entonces puse a mis emociones a dormir. En una tumba de piedra, bajo un monumento de mármol. Espere al frio, para que las puertas se sellaran y no volvieran a ver la luz.
Vi mi obra concluida, sentado en un barandal, mientras un cigarro se consumía con el tiempo y mus pulsaciones… y entonces lo escuche. Una voz entre la niebla. Y la vi, una mirada perdida. Me perdí en esos ojos de alegría e intente descifrar ese canto que oía. La curiosidad me derroto e intente acercarme a ti. Quería verte, sentir tu esencia y luego marcharme… pro me viste, me hablaste y yo no pude evitar escucharte. Sonreíste y me cautivaste. Cada hebra y cada hilo que sostiene los restos de mi corazón vibraron, con la melodía de tu sonata. No pude detenerlo. Los despertaste. Mis sentimientos crecieron hasta que sus tumbas colapsaron. Se desbordaron por las puertas y me hallaron. Ya no hubo frio, sino un calor, que me llenaba el pecho. Temblé de pánico, pues ya conocía esta sensación y sabía que lo que le seguía era dolor. Quise correr y esconderme, pero no pude ocultarme de tu belleza. No pude hacerlo. Quede atrapado entre la melodía de tus pupilas. Me enamore, tan sencillo como eso. En lo que pareció como un segundo, te quise como si te hubiera extrañado toda una vida. Entonces todo el dolor que había tenido parecía tener sentido. Como si cada tropiezo en el camino me hubiera pulido, entrenado, preparado para encontrarme contigo.
Quiero sentir el terso toque de tus dedos sobre mi piel. El suave roce de tus labios sobre los míos. La dulzura de tu voz en mi oído. La fuerza de tu mirada sobre la mía. Quiero que derritas el frio de mi corazón con el calor del tuyo. Que mis latidos bailen al ritmo de tu sonata. Quiero aprender a bailar al compás de tu vida. Solo sé que quiero que me quieras como yo quiero estar contigo. Sanaras las heridas de mi corazón o marcaras cicatrices sobre mi piel. Terminaras de asesinar a estos moribundos sentimientos o encontraras la manera de devolverles la vitalidad que han perdido. Serás tú mi último intento de alcanzar el amor. Serás quien definirá la dirección de mi alma. Ya sea la eterna resignación a una vida de soledad o la compañía de tu alma por el resto de sus días.
Atte. Apolo
Adoro tu forma de quitarme las ganas de dormir pero no la de soñar.
Pensamientos nocturnos y cosas por el estilo. Javier/Bipolar/SaberQueSexual pero sexual/Causipoeta
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