Cuando Muera Sepultenme:

Cuando muera sepultenme:

Con mi poema de Rimbaud

Para darme valor en el camino

Y mi álbum de Dan Reynolds

Para hacerme sentir comprendido

Con una cajetilla de Marlboro rojo

Para los días de nostalgia

Y una onza de sativa

Para las noches sin fragancia

Una botella de Carolina Herrera

Para sentir cerca a mi padre

Y un estuche de bolígrafos morados

Para pensar en mi madre

Mi baraja de tarot

En la bolsa azul que tejio mi abuela

Un par de guayabas

Del árbol que plantó mi abuelo

El control de la consola

Que compartía con mi hermano

Y el libro de mandalas

Que coloreaba con mi hermana

El peluche de pingüino

Que me regaló mi mejor amigo

Y una copia de la pelicula

Con la que llore con el que ya no está conmigo

La foto enmarcada de la tarde

En qué mi amor fue a buscarme

Y el primer poema que escribi

Cuando supe que no podría escaparme

Son pocas las cosas que amo

Que me hacen feliz cuando estoy roto

Cuando Muera Sepultenme:

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3 months ago
How About Some Breakfast? 😋🦶🏼👅🔥🦶🏼👅🔥🦶🏼👅🔥🦶🏼👅🔥🦶🏼👅🔥🦶🏼👅🔥

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8 years ago

¿Dejaste, dejas o dejaras?

Desperté esta mañana, con miedo de abrir los ojos. Me desperté con el miedo de no saber de ti. Me desperté sin ganas de despertar, sin ganas de continuar fingiendo. Me desperté y supe que este era mi punto de quiebre. No quise ponerme los audífonos, por miedo a encontrar esas canciones que me hacen pensar en ti, que me hacen pensar en nosotros. Esas que últimamente solo consiguen hacerme sentir nostalgia. Me puse de pie y repasé lo que sabía. Hoy te vería, eso lo sabía. Tenía que bañarme, eso también lo sabía. Deje que el agua fría terminara de quitarme el sueño y que el silencio terminara de quitarme los sentimientos. Abrí el ropero y observé el espacio vacío. ¿Debía vestirme bien para dejarte o para que me dejes? ¿debía vestirme mal para dejarte o para que me dejes? ¿Me dejarías tu o te dejaría yo? Quizá no pasaría nada y quizá, me estaba vistiendo por nada. Quizá me levante por nada y mejor debería seguir durmiendo o quizá mejor debería dejar de pensarlo tanto y tomar lo primero que alcanzara.

Tome la playera más cómoda que pudiera encontrar. Lisa y azul, como el cielo esa tarde. Tome el pantalón más neutro que pudiera encontrar. Gris y ondulante, como las nubes esa tarde. No quise verme en el espejo, por temor a encontrar allí aquello que había hecho que dejaras de quererme o que sencillamente impidió que llegaras a hacerlo. Quizá fueron mis escuálidas muñecas o la línea en la mitad del puente de mi nariz. Quizá fueron mis uñas a medio comer o la deformidad del tercer dedo de mi pie derecho. No importaba, ya conocías demasiado bien mi cuerpo como para esconder algo de eso. Recuerdo esa última mañana que pasamos en una tina de la habitación de un auto hotel, en que estudie cada esquina de tu cuerpo con las manos, intentando grabarme sus líneas y sus ángulos, mientras tu dormías en la tibieza del agua burbujeante.

Recogí tus cosas. Los episodios que grabe para que te entretuvieras mientras trabajabas y que jamás te entregue. El suéter que me diste para tener cerca tu olor cuando te extrañara que mi madre lavo y jamás volví a pedirte que impregnaras de ti. El cable que dejaste en mi carro cuando cargaste tu celular para seguir jugando a eso que juegas cuando yo te hablo y tú me ignoras. Por ultimo aparte el caramelo que mi hermana dulcemente me dejo para ti. Repasé una vez más la ruta a nuestro encuentro y salí de mi casa. Encendí el carro y apagué el radio. Quería escuchar el viento sobre el ronroneo del motor de mi automóvil, mientras me alejaba por la carretera hacia la ciudad. Aparqué en una calle perdida y comencé a caminar, buscándote entre callejones y callejuelas. Tu intentaste guiarme por teléfono y te reías de mi falta de sentido de la ubicación. Tengo esa tendencia a perderme en entre las calles, tanto como en las palabras.

Cuando finalmente di contigo, estas en una esquina, con el celular en la mano, buscándome en la dirección equivocada. Tenías una de esas camisas azul oscuro que tanto me gusta que te pongas. Tenías esa pose que siempre pones cuando te inquietas, con la mano en el bolsillo, el cuello rígido y los hombros hasta las orejas. Paso a tu lado una hermosa chica de silueta sensual, curvada como el rio y la piel bronceada, dorada como el rio. No me notaste hasta que me tenías a centímetros de un beso. Te reíste y ambos nos detuvimos, estorbando el paso de los transeúntes. Caminamos hasta el parque y te hice dar vueltas por los puestos de libros usados. Ya sabes cuánto disfruto de los libros viejos, que cuentan más historias que las que tienen escritas. Encontramos una banca y yo comencé con antojos de algo dulce. Estaba embarazado de mi ansiedad y tenía las náuseas y los antojos del primer trimestre. Algodón de azúcar de colores o helado con sabor artificial. Mejor tus ojos, viendo cualquier otra cosa que no fuera yo. A las personas, a tus vicios en el celular, al viento.

Te pedí me acompañaras a visitar el cementerio y nos perdí en el trayecto. Mágicamente llegamos y me dirigí al mausoleo de mis ancestros. Recordé ese matrimonio que marco a toda mi familia y la más grande figura de amor que he conocido. Me sentí culpable por las cosas que no hice, por las decisiones que tomé, ya sabes cuánto me gusta arrastrar mi pasado clavado a mi piel con clavos y cadenas. Disfrute del silencio del recuerdo del llanto de los vivos que habita en ese lugar. Observe un enjambre de avispas juguetear entre las flores y escuche tu absoluto mutismo. Abandonamos el sitio con mi garganta seca por anudarse y desenrollarse repetidas veces. Volvimos al parque y nos sentamos junto a la fuente y aun evangelista sin audiencia. Te conté como mi padre solía hacerlo cuando era joven y me pregunté si él había tenido audiencia. Mi padre que sabe hablar, pero no escuchar sin nadie que lo escuche. ¿Es eso posible? A mí me pareció inconcebible. Compre un cigarro a un niño y nos cambiamos de sitio para no contaminar a la pareja que se sentó a nuestro lado con mis vicios.

Me burle de una señorita que se sentaba con gracia forzada junto a su novio, pero bostezaba como un hipopótamo con insomnio de una semana. Me reí de un niño persiguiendo a las palomas con su lagartija de juguete y pensé en los hijos que algún día quise criar y que ahora no se si podría si quiera mantener. Quise tomar tu mano, pero cometí el error de voltear a ver tu cara. Perdida, vagando entre las personas. Me llené de valor y te hice tres preguntas. Primero pregunte que creías. No me entendiste, así que te pregunte más directamente. ¿Es esta una mala época para nosotros o sencillamente ya no funcionamos? ¿o acaso soy yo el que está loco? Te reíste y me dijiste que estoy loco. Me reí y te respondí que lo sé, que todos estamos jodidamente desquiciados, pero esta vez no hablaba de ese tipo de locura.

Me respondiste con tu frase favorita, cuyo autor, sea quien sea, maldeciré toda la vida. Me respondiste esas dos palabras que son tu lema y tu canción. No se me dijiste y yo supe que la conversación había muerto. Tus piernas comenzaron a temblar, inquietas como cuando te conocí. Tus brazos se cruzaron en un gesto de inseguridad y tu cuello se tensó en un gesto de inconformidad. Te caracterice lo tenso, inseguro e inquieto que te mirabas. Disimulaste esos gestos que tan naturales se te ven. Te pregunte qué era lo que querías.

Me explicaste como querías regresar a estudiar; como querías dejar ese trabajo que te está matando, pero sabes que no puedes dejar; y como conseguir otro trabajo solventaría todo lo demás. Me explicaste que crees que todo lo demás se arreglaría de esa manera. como eso permitiría que tú y yo nos viéramos más, como eso repararía lo que sea que se rompió entre nosotros. ¿significa eso que aún me quieres? ¿significa que aun estas luchando por nosotros? ¿significa que aun soy parte del futuro para ti?

Al final pregunte que, a tu parecer, quien había cambiado primero, tu o yo. De nuevo, me llenaste de insatisfacción con tu clásica respuesta de dos palabras. Decidí, que quería comer y caminé al restaurante de comida rápida más próximo. Pedí una hamburguesa y tú no quisiste nada. Me senté a observar las grasientas papas de mi orden y tú a observar la pantalla de tu celular. Tan discretamente como pude te dije cuanto odio que tengas el celular en la mano cuando estás conmigo. Mis papas desaparecieron en mi boca, al igual que las palabras se acabaron de la tuya. Busque tus ojos e intentaste sonreírme. Me lanzaste un beso desde donde estabas y yo no pude responder. Te pedí que no lo hicieras y gire la mirada hacia la calle. Me pediste que te viera y te pedí que no lo hicieras. Que me dolía verte hacerlo.

Esas cosas, que antes me parecían tan lindas, ahora solo me producen incertidumbre y para mí el no saber, duele más que cualquier áspera certeza. Ahora yo busqué tu mirada y solo encontré un rostro inexpresivo y unas cejas arqueadas, como preguntándome que buscaba allí. Me quede perdido un rato en tus ojos y te enumere las únicas tres cosas tiernas que tienes. Tus ojos, que tanto me gustan, siempre con esa tonalidad de tristeza impregnada en las pupilas. Tus orejas, diminutas y perpendiculares a tu rostro con forma de diamante. La última de las tres, no estaba para verla y había perdido la cuenta, de cuantos meses llevaba sin verla. Esa leve sonrisa nerviosa y la manera en que tu mirada huía nerviosa cuando yo te veía fijamente y te sonreía. Esa particular expresión que pones cuando te azareas, que fue de lo primero que me enamoré cuando te conocí.

Termine de comer mi hamburguesa y tu silencio. Nos levantamos y salimos, en busca de mi carro. Compré otro cigarro para trayecto y comencé a caminar intentando averiguar donde había estacionado. Estuve una hora deambulando entre las calles, a pasos rápidos, casi un trote, angustiado. Tú te mantuviste a mi espalda, sin decir una palabra. Quise varias veces que te fueras, que me dejaras, pero te quedaste. Me acompañaste hasta que lo encontré, de la misma forma en que te has quedado todos estos días, a pesar de todo, a pesar de lo perdido que estoy. Conduje hacia la salida de la ciudad, donde tomarías tu autobús y yo saldría hacia mi casa. Me besaste los labios, me besaste la frente, me besaste la mejilla. Te despedí con la voz quebrada y te observé por el retrovisor mientras seguía conduciendo. Y me fui, entre los árboles y la luz filtrada de la carretera, preguntándome si dejaste días atrás, si es hoy que lo dejas o si aún no ha llegado el día que dejaras de quererme. Y conduje hacia mi casa con la única certeza, de que sin importar lo inseguro que puedo llegar a ser, nunca podre dejar de amarte y de quererte y de esperarte.

8 years ago

Corazón cobarde

Esto no es más que una declaración de amor a media noche, bajo un manto estrellado que me recuerda cuán lejos estas de mí. Una respuesta a aquella duda que ha crecido con los años, aquella incógnita de si acabaremos amándonos u odiándonos. Resolver esta encrucijada en que me encuentro, intentando decidir si lo mejor es marcharme o tomarte en mis brazos y dejarte llorar. Absorber tu tristeza y todas tus preocupaciones, como aquella noche en que bailamos al compás del silencio, sin movernos. Nuestro romance no es más que un cruce de miradas, con una intensidad mayor que la de una noche de lujuria. Unas manos entrelazadas, transmitiéndose un amor que ambos aseguramos un existe, pero lo sentimos. Yo por ti y tú por mí. Con la certeza de que no sabemos qué es esto y la confusión de no saber si el sentimiento es mutuo, o nos estamos engañando el uno al otro. Promesas rotas por un temor implacable. Las heridas que mi ausencia ha ocasionado en la misma esencia de tu alma. Cuando irónicamente yo solo quiero protegerla de los demonios que habitan en mí, en la profundidad de mi propia existencia. Los besos que tanto me gusta posar en tu frente y la rosa que deje marchitar en tus dedos, eso es todo lo que te he dado. La cobardía, la maldita cobardía que no me ha permitido averiguar la textura de tus labios, ni el sabor de tu aliento. Tu que me desarmas de todos mis engaños y yo que te he visto sin tu impenetrable armadura. Mis torpes manos que han rasgado la delicadeza de tus emociones, tristemente lo único que querían era acariciarlas. Aquellos juegos de azar en que ambos hemos participado, apostando nuestros corazones como si no valieran nada.

Esto es todo lo que tenemos, todo lo que somos y sentimos… ¿Qué somos? Me preguntan. Somos la incertidumbre y la posibilidad. Esa oportunidad que nos dio la vida, pero no he sabido aprovechar. Cúlpame de todo si eso quieres, pues acepto que he sido un idiota dando vueltas a esta pregunta. Tantas vueltas que solo consiguen marearte y desesperarme. Envolviéndonos en una vorágine de interrogantes insolventes. Por esto he de arriesgarlo todo y no te pido nada. Solo que me dejes acercarme, averiguar si en verdad podemos vivir el caos más hermoso de este mundo. Déjame finalmente dar el paso. Aunque mis piernas tiemblen y tú ya no crees en mí. Déjamelo todo a mí, que yo daré este paso, para saber si la vida aún tiene un lugar para estos amantes que han sido tan cobardes.

Atte.: Apolo.

8 years ago

Círculos concentricos

Como las gotas de lluvia al caer, creando círculos concentricos en las lagunas. Ondas que colisionan para desaparecer, pero que no dejan de aparecer. Un círculo tras otro, una onda interminable. Así descienden los sucesos que nos conectan a ti y a mi, cual círculos concentricos que no paran de caer. Se desató una tormenta entre los dos, hasta que la cortina de agua fue tan densa que nos dejamos de ver, y la corriente del destino nos arrastró a la deriva de su voluntad. Pero seguias allí, en cada gota sostenida por una hoja, reflejando el sol sobre su superficie, refractandola cual prisma de hermosa naturaleza. Gotas que solo yo podía ver, allí seguías tu, en esas gotas sostenidas, que se deslizaban hasta caer. Que al caer sobre los charcos del suelo se disolvian, creando circulos concentricos en mi memoria. Un interminable desfile emocional. Cual círculos concentricos latía mi corazón. Sin dejar de sentir, renovando la intensidad del amor cuando este se acercaba a desaparecer. Cual círculos concentricos seguiran palpitando nuestras vidas. Como gotas de lluvia que caen sobre el mundo seguiremos existiendo, hasta que nuestros circulos concentricos se conecten otra vez y cual círculos concentricos sigamos latiendo... Atte. Apolo.

8 years ago

¿Bailarías conmigo?

Lustra tus zapatos y desempolva aquel viejo traje que usaste el día en que te graduaste. Ciérrate la camisa hasta el cuello y anúdate una corbata como si fueras a suicidarte con ella, porque esta es tu sentencia de muerte cariño. Aplícate una fragancia que oculte la esencia del miedo de tu piel y maquilla los moretones de tu rostro, que no podemos dejar que vean nuestra fragilidad. Procura que el color de tu camisa combine con el de mi corbata y el de tu alma con el de la mía. Recógeme a las diez en la puerta de mi casa, que estoy cansado de llegar temprano a la vida de los demás y suficientemente tarde llegaste tú a la mía. Cubramos nuestras caras con máscaras de porcelana como acostumbramos, pero mírame a los ojos y ten la certeza de que nunca podrían mentirte. Tómame de la mano y deja que se rompan las cervicales al intentar girar sus cabezas para vernos. Que murmuren a nuestra espalda y que sonrían en nuestra cara. Entremos al gran salón y sentémonos en al margen de la fiesta, en una esquina vacía junto a la mesa de las bebidas, que ya sabes que socializar no es mi fuerte y dialogar no es mi pasatiempo favorito. Sírveme una copa y déjame encenderte un cigarro. Ahora obsérvalos bailar, velos danzar para nosotros. mira cómo se coordinan en una coreografía tan perfecta que resulta innatural. Escucha la melodía tan estruendosa que la orquesta preparo para esta noche. Velos directo al rostro enmascarado, pero ignora sus falsas expresiones. Vigila sus ojos en cambio, vigila sus manos. Deja que el alcohol de mi copa suavice mis sentidos y el humo del tabaco adormezca mis pensamientos. Déjame a mi calmar las ansias que se comen tu mente y los temores que se acurrucan en tu corazón. Deja a mis dedos deslizarse entre los tuyos hasta que sienta que nuestro nudo es firme, fuerte como para soportarnos a los dos y a la vez delicado como para no lastimar nuestras manos. Déjame llevarte al centro de la pista, pero dirígeme que ya te he dicho que al bailar soy más torpe que al hablar. Déjalos a ellos fingir un aplauso al vernos movernos. Deja que finjan su risa y su ovación. Tu finge que no temes a nada y yo fingiré que ya nada me duele; pero veme, te insisto, justo a los ojos y no pierdas mi mirada. Deja que se unan, que bailen a nuestro alrededor. Déjalos que se acerquen y apartémonos con un giro. Esta es nuestra noche y mañana, mañana amor mío nos espera nuestra vida. obsérvalos bailar y fingir y mentir. Tu y yo encarguémonos de luchar, de seguir y de amar. Ve, amor mío, el vals que la vida preparo para nosotros, para que busquemos amigos entre una multitud de falsos rostros. Escucha amor mío la sinfonía que escribió para nosotros, llena de dulces tonadas de tristeza, hermosas notas de alegría y agonizantes silencios de suspenso. Baila conmigo hasta que nos den las doce y llévanos a casa, que te quiero acompañar de aquí hasta donde tropieces, para besarte y dejar que te levantes. Que yo estoy aquí para verte llegar hasta donde ni si quiera tu creíste que llegarías.  Que tu estas aquí para recordarme que el futuro es incierto, pero lleno de oportunidades. Prepárate para esta noche, para este baile, para el tramo de vida que nos toca compartir. Prepárate para verlos bailar. Prepárate para vernos bailar.

Atte. Apolo

8 years ago

Tan egocéntrico soy, que sonrió de saber que alguien me lee. Siempre.

3 months ago
I Hate To Say It But, These Are Fucking Hot 😅👣🔥
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9 months ago

No estoy enamorado. Despierto y siento sin abrir los ojos tus manos en mi pecho, tu aliento en mi cuello, los pequeños temblores que te producen tus constantes pesadillas. Siento el vapor del baño al entrar en la ducha, deslizo mis dedos sobre los rincones que tocaste anoche, los rincones dónde me amaste. Me limpio con delicadeza, con miedo de romper el encantamiento de tu amor sobre mi piel. Nos despedimos, tu aliento a café por la mañana, mientras bailas al ritmo de tu pop excesivamente dulce que no soporto, pero como me disfruto verte bailar. Sostengo tu cara cuando te beso, cuando te digo adiós, para grabar en mi memoria lo más fresco posible tu rostro, para estás horas en qué te voy a extrañar.

Pienso en ti, entre cada expediente, entre cada paciente, entre cada latido de cada corazón que escucho. Hay rastros de ti por toda mi vida. Suspiro, no estoy enamorado, pienso. No estoy enamorado. Vuelvo a casa, a la hora dorada, a ver el sol cayendo en el balcón. A esperar el sonido clave que hace vibrar mi corazón. El golpe de tus dedos en la puerta, el movimiento del mecanismo de la chapa girando, tus pasos. Estás devuelta. Busco tus manos y tus besos y tus ojos.

Al anochecer empezamos siempre igual. Mi oído sobre tu pecho, mi mano recorriendo el tatuaje del viajero sobre tu esternón, dibujando hechizos para grabar mi amor sobre tu cuerpo. No estoy enamorado. Esto contigo es más penetrante que un enamoramiento. No estoy enamorado. Cuando estoy contigo me convierto en el amor mismo. Cuando estoy contigo quiero más de esta vida. Del sufrimiento, del dolor, de la tristeza. De todas esas cosas malas que tú rompes con una sonrisa y uno de tus besos.

No te mentire, cualquier sentimiento desconocido me aterra, el perder todo esto hermoso me aterra aún más. Que miedo tan angustiante imaginar el sufrimiento de perderte. Pero cuando estoy contigo me convierto en el amor mismo. No estoy enamorado de ti, el enamoramiento es un sentimiento perecedero. Lo que siento por ti es un Arcano mayor en mi vida. Si te vas tendré que crearme una nueva vida.

  • tonymarro
    tonymarro liked this · 9 months ago
  • camaleondeplastilina
    camaleondeplastilina reblogged this · 9 months ago
camaleondeplastilina - Superposición emocional
Superposición emocional

Pensamientos nocturnos y cosas por el estilo. Javier/Bipolar/SaberQueSexual pero sexual/Causipoeta

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