Las peleas se quedan pequeñas
Cómo un pie de página en nuestras fotografias
Las deudas son solo un límite aplazado
Un nivel de dificultad extra en el videojuego que jugamos
Todo lo que no sea tu nombre en mis labios
Es una palabra extranjera sin peso en el diccionario
Todo lo que no sean tus dedos en mi cabello
Es una sensación fantasma que no quiero registrar
Cada martes te amo más que el lunes que pasó
Cada mañana me voy feliz sabiendo que volveré a verte hoy
Mi momento favorito del día es cuando vuelves
Cuando te veo llegar y se que tengo otra tarde y otra noche y otra madrugada en tus brazos
Vendería todo mi pasado por un futuro a tu lado
Y no tendría suficiente espacio en la piel para tatuarme todos los momentos que me has dado
Tu fuiste la bala de cañón que disparó la vida a mi cabeza
Para recordarme de un solo golpe contundente que estoy vivo y debo vivir
Ya no quiero soñar con una vida
donde puedo ser feliz
Porque no hay nada que los sueños ofrezcan
Que tú no me des
Solo quiero terminar los días con mi huella dactilar acariciando la cicatriz de tu hombro
Y tú voz susurrando te amo Pablo Javier
Solo quiero que así acaben mis mejores días
Sobre todo quiero que así acaben los peores.
Just me, after gym, getting playful with my feet and toes 🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥 … sometimes you gotta connect with the little joys in life.
Who else loves a good toe wiggle?
IG:@leochicosta
Tan egocéntrico soy, que sonrió de saber que alguien me lee. Siempre.
Anoche tuve una epifanía emocional. De esas que te golpean de madrugada, que te hacen sentarte en la cama viendo al vacío. Anoche volví a entender esas pequeñas cosas a las que las personas no les dan relevancia, pero que a mí me resultan tan trascendentales. Anoche entendí que no quiero ceder mi lado de la cama y que en este punto de mi vida, mi lado de la cama es la cama entera. Que me gusta acostarme viendo a la ventana cuando me siento soñador y darle la espalda cuando me siento solo. No me molestan las caricias en mi espalda o los abrazos que te dejan sin aliento, pero quiero el espacio para estirar la totalidad de mi alma y contorsionarme.
Anoche entendí que no quiero hablar de mañana, porque entre el ayer que me sofocaba y el hoy que me mantiene en movimiento tengo suficiente fricción. Que quiero guardar mis mañanas para mí, para cuando vuelva a tener sueños con los que llenarlos. Entendí que no estoy solo porque sea mi destino estarlo, que estoy solo porque necesito estarlo. Que cuando la soledad comience a hacerse pesada puedo abrazarme fuerte y no soltarme, que cuando se haga inmensa tengo a mi alcance la luminosidad de aquellas personas que han aprendido a querer toda esta tormenta que cargo dentro.
Y no quiero promesas de amor, que siempre me las paro cumpliendo yo. Que me prometieron llevarme al lago y me lo tuve que presentar yo. Que me prometieron nunca dejarme solo y la compañía ahora me la hago yo. Que me prometieron por siempre amarme y el que toma la decisión diaria de darme amor soy yo.
Es que hasta hablar de amor se me hace demasiado grande. Porque pase tantos años de mi vida dedicándome a amar a otros, explotando las capacidades de mi corazón, siendo un completo ignorante. Porque ahora entiendo bien que nunca he entendido lo que es el amor, porque si no puedo ver las razones para amarme, mucho menos puedo repartir apropiadamente todo ese amor con que me lleno el alma.
Ahora el adiós, que tanto miedo me daba, se ha convertido en mi palabra favorita. Porque lo que siempre vi pintado con el poder de dar finales, ahora entiendo como la palabra cargada con el poder de dar nuevos comienzos.
Y no quiero ceder mis tardes con café y cigarro en mano.
No quiero ceder mi voluntad propia de elegir con quien comparto mí tiempo y mi espacio.
No quiero ceder mi autonomía y tampoco quiero ceder mi espacio en la cama.
Que la cama es mía, que el cuerpo es mío, que el corazón es mío, que el amor es para mí. Que el futuro vendrá y lo dejare llegar, porque cuando lo haga sé que estaré lleno de amor para mí. Pero por ahora, solo quiero fluir, respirar, existir. Por ahora solo quiero disfrutar del poder escoger que lado quiero ocupar en mi cama.
-Apolo (pero en realidad es Javier)-
Intento buscar una emoción que describa aquella sensación. La sensación de verte extraer la pequeña caja blanca de tu mochila. De que ofrecieras satisfacer a mis demonios. La sensación de escuchar el pestillo del encendedor produciendo chispas, encendiendo una llama. De ver a la llama danzar sobre el tabaco. De ver el delgado cilindro de papel deslizarse entre un par de dedos aún más delgados. No termino de entender que es lo que siento al ver todo eso suceder y que los dedos sean los tuyos.
¿Fue acaso decepción? ¿O es una profunda tristeza? ¿Es más parecido a vergüenza o a frustración? ¿O más bien la rendición de mi corazón ante una amalgama emotiva? Pero que no te confundan mis palabras, que si estoy decepcionado es de mí, por no haber sentido el aroma seco que se impregno a tu ropa antes. La profunda tristeza es por no poder ver tu mirada entre la cortina de humo. Si me siento avergonzado es de mi por haberlo hecho tantas veces frente a ti y la frustración es producto de las veces que me pediste que dejara de hacerlo y solo me reí en tu cara.
Y es que conozco esa expresión, a melancolía disfrazada de sonrisa. Conozco esa manera de inhalar, como intentando extraer toda la falsa satisfacción que este atrapada en un cigarro. Porque conozco esa manera ansiosa de buscar otro cigarro con los dedos, rascando entre los espacios vacíos del paquete. Porque he visto antes esa forma de exhalar, intentando sacar hasta la última gota de tristeza de tu alma. Reconozco ese desesperado comportamiento, que se aferra a ser fuerte a pesar de estar hundido en sí mismo. Reconozco tu comportamiento en mí.
Porque es lo mismo cuando bebes e intentas ahogar cualquier grito de derrota que este habitando en tu garganta. Es lo mismo cuando llegas al punto de quiebre y explotas, caes por trozos y te rindes al llanto, para luego callar. Callar hasta que las piezas vuelvan a encajar entre si y esperas. Esperas a que vuelvas a quebrarte. Todo para caer en un círculo más vicioso que los otros hábitos que has adquirido.
Es que la tristeza es un vicio, mi hermano. Es un vicio más mortal que cualquier hierba. Es un vicio que gusta de relacionarse con otros vicios. Es un vicio que en silencio te arrastra un barranco o una cuerda colgando de una viga de tu habitación. Es un vicio que te invita a la barra de una cantina o la esquina de un fumadero.
Es por eso que me duele verte hacerlo. Es por eso que me mata verte caer y saber que estas cayendo; y no saber si estas pidiendo ayuda o solo quieres dejar de sentir que te importa lo que sienten los demás. ¿Es que acaso no ves que acá estoy? ¿Es que no he sabido demostrarte que te amo? ¿Es que no entiendes que quiero la exclusividad de mis vicios y el monopolio de la tristeza, para que tu no la sufras?
Atte. Apolo
Desperté esta mañana, con miedo de abrir los ojos. Me desperté con el miedo de no saber de ti. Me desperté sin ganas de despertar, sin ganas de continuar fingiendo. Me desperté y supe que este era mi punto de quiebre. No quise ponerme los audífonos, por miedo a encontrar esas canciones que me hacen pensar en ti, que me hacen pensar en nosotros. Esas que últimamente solo consiguen hacerme sentir nostalgia. Me puse de pie y repasé lo que sabía. Hoy te vería, eso lo sabía. Tenía que bañarme, eso también lo sabía. Deje que el agua fría terminara de quitarme el sueño y que el silencio terminara de quitarme los sentimientos. Abrí el ropero y observé el espacio vacío. ¿Debía vestirme bien para dejarte o para que me dejes? ¿debía vestirme mal para dejarte o para que me dejes? ¿Me dejarías tu o te dejaría yo? Quizá no pasaría nada y quizá, me estaba vistiendo por nada. Quizá me levante por nada y mejor debería seguir durmiendo o quizá mejor debería dejar de pensarlo tanto y tomar lo primero que alcanzara.
Tome la playera más cómoda que pudiera encontrar. Lisa y azul, como el cielo esa tarde. Tome el pantalón más neutro que pudiera encontrar. Gris y ondulante, como las nubes esa tarde. No quise verme en el espejo, por temor a encontrar allí aquello que había hecho que dejaras de quererme o que sencillamente impidió que llegaras a hacerlo. Quizá fueron mis escuálidas muñecas o la línea en la mitad del puente de mi nariz. Quizá fueron mis uñas a medio comer o la deformidad del tercer dedo de mi pie derecho. No importaba, ya conocías demasiado bien mi cuerpo como para esconder algo de eso. Recuerdo esa última mañana que pasamos en una tina de la habitación de un auto hotel, en que estudie cada esquina de tu cuerpo con las manos, intentando grabarme sus líneas y sus ángulos, mientras tu dormías en la tibieza del agua burbujeante.
Recogí tus cosas. Los episodios que grabe para que te entretuvieras mientras trabajabas y que jamás te entregue. El suéter que me diste para tener cerca tu olor cuando te extrañara que mi madre lavo y jamás volví a pedirte que impregnaras de ti. El cable que dejaste en mi carro cuando cargaste tu celular para seguir jugando a eso que juegas cuando yo te hablo y tú me ignoras. Por ultimo aparte el caramelo que mi hermana dulcemente me dejo para ti. Repasé una vez más la ruta a nuestro encuentro y salí de mi casa. Encendí el carro y apagué el radio. Quería escuchar el viento sobre el ronroneo del motor de mi automóvil, mientras me alejaba por la carretera hacia la ciudad. Aparqué en una calle perdida y comencé a caminar, buscándote entre callejones y callejuelas. Tu intentaste guiarme por teléfono y te reías de mi falta de sentido de la ubicación. Tengo esa tendencia a perderme en entre las calles, tanto como en las palabras.
Cuando finalmente di contigo, estas en una esquina, con el celular en la mano, buscándome en la dirección equivocada. Tenías una de esas camisas azul oscuro que tanto me gusta que te pongas. Tenías esa pose que siempre pones cuando te inquietas, con la mano en el bolsillo, el cuello rígido y los hombros hasta las orejas. Paso a tu lado una hermosa chica de silueta sensual, curvada como el rio y la piel bronceada, dorada como el rio. No me notaste hasta que me tenías a centímetros de un beso. Te reíste y ambos nos detuvimos, estorbando el paso de los transeúntes. Caminamos hasta el parque y te hice dar vueltas por los puestos de libros usados. Ya sabes cuánto disfruto de los libros viejos, que cuentan más historias que las que tienen escritas. Encontramos una banca y yo comencé con antojos de algo dulce. Estaba embarazado de mi ansiedad y tenía las náuseas y los antojos del primer trimestre. Algodón de azúcar de colores o helado con sabor artificial. Mejor tus ojos, viendo cualquier otra cosa que no fuera yo. A las personas, a tus vicios en el celular, al viento.
Te pedí me acompañaras a visitar el cementerio y nos perdí en el trayecto. Mágicamente llegamos y me dirigí al mausoleo de mis ancestros. Recordé ese matrimonio que marco a toda mi familia y la más grande figura de amor que he conocido. Me sentí culpable por las cosas que no hice, por las decisiones que tomé, ya sabes cuánto me gusta arrastrar mi pasado clavado a mi piel con clavos y cadenas. Disfrute del silencio del recuerdo del llanto de los vivos que habita en ese lugar. Observe un enjambre de avispas juguetear entre las flores y escuche tu absoluto mutismo. Abandonamos el sitio con mi garganta seca por anudarse y desenrollarse repetidas veces. Volvimos al parque y nos sentamos junto a la fuente y aun evangelista sin audiencia. Te conté como mi padre solía hacerlo cuando era joven y me pregunté si él había tenido audiencia. Mi padre que sabe hablar, pero no escuchar sin nadie que lo escuche. ¿Es eso posible? A mí me pareció inconcebible. Compre un cigarro a un niño y nos cambiamos de sitio para no contaminar a la pareja que se sentó a nuestro lado con mis vicios.
Me burle de una señorita que se sentaba con gracia forzada junto a su novio, pero bostezaba como un hipopótamo con insomnio de una semana. Me reí de un niño persiguiendo a las palomas con su lagartija de juguete y pensé en los hijos que algún día quise criar y que ahora no se si podría si quiera mantener. Quise tomar tu mano, pero cometí el error de voltear a ver tu cara. Perdida, vagando entre las personas. Me llené de valor y te hice tres preguntas. Primero pregunte que creías. No me entendiste, así que te pregunte más directamente. ¿Es esta una mala época para nosotros o sencillamente ya no funcionamos? ¿o acaso soy yo el que está loco? Te reíste y me dijiste que estoy loco. Me reí y te respondí que lo sé, que todos estamos jodidamente desquiciados, pero esta vez no hablaba de ese tipo de locura.
Me respondiste con tu frase favorita, cuyo autor, sea quien sea, maldeciré toda la vida. Me respondiste esas dos palabras que son tu lema y tu canción. No se me dijiste y yo supe que la conversación había muerto. Tus piernas comenzaron a temblar, inquietas como cuando te conocí. Tus brazos se cruzaron en un gesto de inseguridad y tu cuello se tensó en un gesto de inconformidad. Te caracterice lo tenso, inseguro e inquieto que te mirabas. Disimulaste esos gestos que tan naturales se te ven. Te pregunte qué era lo que querías.
Me explicaste como querías regresar a estudiar; como querías dejar ese trabajo que te está matando, pero sabes que no puedes dejar; y como conseguir otro trabajo solventaría todo lo demás. Me explicaste que crees que todo lo demás se arreglaría de esa manera. como eso permitiría que tú y yo nos viéramos más, como eso repararía lo que sea que se rompió entre nosotros. ¿significa eso que aún me quieres? ¿significa que aun estas luchando por nosotros? ¿significa que aun soy parte del futuro para ti?
Al final pregunte que, a tu parecer, quien había cambiado primero, tu o yo. De nuevo, me llenaste de insatisfacción con tu clásica respuesta de dos palabras. Decidí, que quería comer y caminé al restaurante de comida rápida más próximo. Pedí una hamburguesa y tú no quisiste nada. Me senté a observar las grasientas papas de mi orden y tú a observar la pantalla de tu celular. Tan discretamente como pude te dije cuanto odio que tengas el celular en la mano cuando estás conmigo. Mis papas desaparecieron en mi boca, al igual que las palabras se acabaron de la tuya. Busque tus ojos e intentaste sonreírme. Me lanzaste un beso desde donde estabas y yo no pude responder. Te pedí que no lo hicieras y gire la mirada hacia la calle. Me pediste que te viera y te pedí que no lo hicieras. Que me dolía verte hacerlo.
Esas cosas, que antes me parecían tan lindas, ahora solo me producen incertidumbre y para mí el no saber, duele más que cualquier áspera certeza. Ahora yo busqué tu mirada y solo encontré un rostro inexpresivo y unas cejas arqueadas, como preguntándome que buscaba allí. Me quede perdido un rato en tus ojos y te enumere las únicas tres cosas tiernas que tienes. Tus ojos, que tanto me gustan, siempre con esa tonalidad de tristeza impregnada en las pupilas. Tus orejas, diminutas y perpendiculares a tu rostro con forma de diamante. La última de las tres, no estaba para verla y había perdido la cuenta, de cuantos meses llevaba sin verla. Esa leve sonrisa nerviosa y la manera en que tu mirada huía nerviosa cuando yo te veía fijamente y te sonreía. Esa particular expresión que pones cuando te azareas, que fue de lo primero que me enamoré cuando te conocí.
Termine de comer mi hamburguesa y tu silencio. Nos levantamos y salimos, en busca de mi carro. Compré otro cigarro para trayecto y comencé a caminar intentando averiguar donde había estacionado. Estuve una hora deambulando entre las calles, a pasos rápidos, casi un trote, angustiado. Tú te mantuviste a mi espalda, sin decir una palabra. Quise varias veces que te fueras, que me dejaras, pero te quedaste. Me acompañaste hasta que lo encontré, de la misma forma en que te has quedado todos estos días, a pesar de todo, a pesar de lo perdido que estoy. Conduje hacia la salida de la ciudad, donde tomarías tu autobús y yo saldría hacia mi casa. Me besaste los labios, me besaste la frente, me besaste la mejilla. Te despedí con la voz quebrada y te observé por el retrovisor mientras seguía conduciendo. Y me fui, entre los árboles y la luz filtrada de la carretera, preguntándome si dejaste días atrás, si es hoy que lo dejas o si aún no ha llegado el día que dejaras de quererme. Y conduje hacia mi casa con la única certeza, de que sin importar lo inseguro que puedo llegar a ser, nunca podre dejar de amarte y de quererte y de esperarte.
Me diste besos sabor a vino tinto de Bordeaux
Me diste abrazos qué disiparon todos los cuerpos menos el tuyo
Me diste tu mano para tirar de mi entre las multitudes
Me diste valor
Desde esa primera mirada
Maldita mirada
Bendita mirada
Mirada asesina
Ese día entendí
Que las miradas si matan
La tuya me arrolló
Y yo le abrí cada una de mis murallas
Era como si tuviéramos un complot
Un plan silencioso para entregarnos
Para dejarnos tomar del corazón por el otro
Esperando y sabiendo que no nos lo arrancariamos
Siento que te conozco de toda mi vida
Y que tengo toda una vida para conocer todo de ti
Como un viaje de un estupefaciente del que no puedo bajar
Temiendo el momento en que me alcance la abstinencia.
En verdad creo que estábamos predestinados
Para hacernos felices
O para destruirnos
Pero predestinados al final
-Bajenme, Apolo-
Who’s down to be my boy next? 🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥👅👅👅👅
X:@KinkyDirtyMen
I told you how much I like to build things. You said that it is hard for you. I replied that it didn't mattered, that with you anything it's better and instead we should build a... And I cut the phrase, because I was afraid about your reaction, about going to fast. You insisted me to finish it. So I added "a beautiful relationship". You answered that you agreed, that you loved the idea. I smiled, looking at the ceiling, knowing I had lied, cause what I really want to build is a life with you. That's how sure I am from what I feel and it frightens me, because the decision isn't only mine.
I am craving my V
I am fulfilling Vendetta
Dont you worry bout me
Coming to get you
I planted bombs
All over your fields
You just have
To step over one of them
And it's gonna set
A chain reaction in hell
And set demon loose
All the demons you
Cast over your life
Through all of this years
All I ever did
Was learning
Where the bricks of your walls
Were running weak
All I have to do
Is let them crumble
This is no war cry
Cause I have no army
This is no dispute
Cause you ain't no match
This is vendetta
Cry all you want
Or suffer in silence
I'm just gonna watch
Pensamientos nocturnos y cosas por el estilo. Javier/Bipolar/SaberQueSexual pero sexual/Causipoeta
116 posts