The shape of this guy's feet is phenomenal 👀
Cortina de polvo. Fue como una cortina de polvo disipándose a mi alrededor. Como si hubiera terminado una batalla o el estallido de una bomba y solo hubiera quedado el polvo. Flotando alrededor, ocultando el resultado, cubriendo el daño. Esa es la aproximación más correcta para aquella sensación. Aquella que quedo cuando hubo terminado tu partida. Conforme se fue asentando el polvo, comencé a comprender el dolor. Los escombros, las ruinas, las casas vacías y el cadáver. ¿Y después? Confusión. Una confusión que desespera, que frustra, que aterra. Esa duda que atormenta, que me quito el sueño por días que se encadenaron en semanas. Ese insomnio que convierte mi colchón en una cama de clavos. ¿Por qué tú?
¿Si entiendo como entre a la habitación, porque no encuentro la salida? ¿Si se porque te llegue a amarte no puedo encontrar la solución para superarte? Si poseo las razones que rompieron con nosotros, si tengo en mi calendario el momento exacto en que nuestra promesa se despedazo; si se hasta aquellas cosas que crees que no se, que no le dije a nadie, que no llegue ni a reclamarte a ti ¿por qué no encuentro la fuerza de voluntad que supere la fuerza suicida que obliga a mi mente a revivirte día tras día en mi memoria? ¿Por qué sigo perdiendo esta competencia de pulsos emocionales? ¿Si tengo suficientes demonios que consumen mi paz mental, por qué eres tú el que se resiste al exorcismo? ¿Si no eres el primero que me rompe el corazón por qué eres el que me resulta irreparable?
Lo discutí continuamente, podría jurártelo si alguno de nosotros creyera en los juramentos, con cada elemento de mi fragmentado yo. ¿Es que fue un amor superior? ¿es que fue una herida mortal? ¿es que es demasiado pronto para sanar? Hipótesis, teorías; todas falsas, todas tan vacías. ¿es que la respuesta está en ti y yo como un necio la busco en mí? Me arrinconaste hasta el punto de tener que revolver entre mi pasado para encontrar la respuesta en un antiguo amor. Me llevaste a la decisión de descoser mis heridas para descubrir la diferencia. Pero hasta ese esfuerzo me resulto en vano. Un paso a un callejón sin salida.
Porque no, no fuiste el primer amor ciego y sin medidas. Porque mi primer amor, aquel que despertó una niña fúnebre con piel de porcelana y ojos llorosos, fue tan intenso como el tuyo. Tan desmedido, tan irresponsable como el que te di a ti. Porque le perdone heridas más grandes a ese amor. Porque no, no fuiste más consciente que el amor de mi vida, ese que sentí por aquel niño nervioso y autodestructivo, que ocultaba su mirada tras ilusiones y las marcas en sus muñecas tras sonrisas. Porque también con él era consciente de quien era él. Sabía que se iría, sabía que algún día me faltaría. Así como sabía que tu jamás podrías dejarme entrar, dejarme llegar y crecer en tu corazón.
Me sentí entonces sin fuerza. Sin motivación para olvidarte. Me sentí entonces acorralado y sin salida. Sentí entonces la desesperanza de la derrota y sucumbí ante la única opción de la aceptación. Fue entonces cuando lo comprendí. No fue la batalla ni la herida. no fue la historia ni la razón. No fue que fueras más o yo pudiera menos. Fue el resultado el que te hacia tan persistente. Tan aparentemente eterno. Por primera vez en la crónica de mis amores. Fue la derrota y mi inexperiencia. Mi pecado de soberbia me traiciono y olvide que jamás se es muy viejo para vivir algo nuevo, ni muy experimentado para aprender. Tu lograste vencer mi amor por ti.
Tus heridas, pequeñas y constantes, como cortes de papel. Tu silencio implacable, tu orgullo de macho, tu incapacidad de ceder. Tu desconfianza y tus traiciones. Todo tú se empeñó. Todo tu lo logro. Me derrotaste en mi juego favorito. Me derrotaste en este juego de amar. Alcanzaste destruir el amor que sentía por ti. Despedazaste toda esperanza de hacerlo funcionar. Me desarmaste. Me llevaste al límite. Conseguiste lo que nadie más había podido. Me venciste y no supe reconocer la derrota. En cuanto comprendí eso supe el fin de esta guerra. En ese momento entendí que, para curar la herida, debía aceptar la derrota. ese momento en que entendí que fue mi amor por ti el que extendió la batalla y que cuando este murió, fue mi amor por mi el que me salvo de la extinción.
Qué extraña sensación esa paz que te trae el ser vencido. Qué extraña satisfacción conlleva aceptar la derrota. Qué triste consuelo me trae ver morir al panda.
Atte. Apolo.
No estoy enamorado. Despierto y siento sin abrir los ojos tus manos en mi pecho, tu aliento en mi cuello, los pequeños temblores que te producen tus constantes pesadillas. Siento el vapor del baño al entrar en la ducha, deslizo mis dedos sobre los rincones que tocaste anoche, los rincones dónde me amaste. Me limpio con delicadeza, con miedo de romper el encantamiento de tu amor sobre mi piel. Nos despedimos, tu aliento a café por la mañana, mientras bailas al ritmo de tu pop excesivamente dulce que no soporto, pero como me disfruto verte bailar. Sostengo tu cara cuando te beso, cuando te digo adiós, para grabar en mi memoria lo más fresco posible tu rostro, para estás horas en qué te voy a extrañar.
Pienso en ti, entre cada expediente, entre cada paciente, entre cada latido de cada corazón que escucho. Hay rastros de ti por toda mi vida. Suspiro, no estoy enamorado, pienso. No estoy enamorado. Vuelvo a casa, a la hora dorada, a ver el sol cayendo en el balcón. A esperar el sonido clave que hace vibrar mi corazón. El golpe de tus dedos en la puerta, el movimiento del mecanismo de la chapa girando, tus pasos. Estás devuelta. Busco tus manos y tus besos y tus ojos.
Al anochecer empezamos siempre igual. Mi oído sobre tu pecho, mi mano recorriendo el tatuaje del viajero sobre tu esternón, dibujando hechizos para grabar mi amor sobre tu cuerpo. No estoy enamorado. Esto contigo es más penetrante que un enamoramiento. No estoy enamorado. Cuando estoy contigo me convierto en el amor mismo. Cuando estoy contigo quiero más de esta vida. Del sufrimiento, del dolor, de la tristeza. De todas esas cosas malas que tú rompes con una sonrisa y uno de tus besos.
No te mentire, cualquier sentimiento desconocido me aterra, el perder todo esto hermoso me aterra aún más. Que miedo tan angustiante imaginar el sufrimiento de perderte. Pero cuando estoy contigo me convierto en el amor mismo. No estoy enamorado de ti, el enamoramiento es un sentimiento perecedero. Lo que siento por ti es un Arcano mayor en mi vida. Si te vas tendré que crearme una nueva vida.
¿Qué fue lo primero que viste en mí? ¿Qué fue lo primero que capto tu atención? ¿Qué te impulso a acercarte a mí? No puedo evitar pensar que lo nuestro tuvo una marcada sensación de predestinado. Incluso cuando no eras más que un nombre que se comentaba en las conversaciones más esporádicas. Tu nombre tenía ese sabor a golpe contundente contra el suelo. Ese sabor a viento en la cima de una colina. Como estar hasta el fondo, indiscutiblemente derrotado y a la vez en la cima, con una sensación de absoluta victoria. La primera noche que hablamos, debo reconocer, que fuiste un capricho de mis lágrimas retenidas. Solo una necesidad de sentir una narcisista forma de control. ¿Tenías idea de lo que encontrarías al acercarte a mí? ¿te lo imaginabas? Debo admitir que apostaba a que salieras huyendo al momento de quitarte la venda de los ojos. Pero cuando te deje ver la realidad en que existo, cuando observaste por primera vez el infierno congelado en que habitaba, rodeados por todos esos demonios en estasis, esperando al momento en que pudieran abalanzarse sobre mí, tu respuesta fue abrazarme. Me sostuviste y no pude hacer otra cosa más que romperme en mil pedazos, derramándome sobre ti. Tus ojos siempre tienen esa expresión de niño triste, de frágil inocencia. La primera vez que vi a ese niño determinado a protegerme, cuando apenas podía protegerse a sí mismo, no pude evitar reconocer una parte de mi la que me avergüenzo. Recuerdas que te conté sobre los hilos. Sobre como los veía a todos en un cuarto oscuro, a mi alrededor. A todas esas personas involucradas en ese comercio del dolor en que estaba participando. Todos estrangulados por hilos amarrados a mí. Que si me movía hacia un lado o hacia otro los asfixiaba lentamente a todos. Esa imagen me persigue en pesadillas. Pero la verdad es que descubrí que era yo el que estaba siendo estrangulado por todo ese dolor ajeno. Al final todo colapso mientras yo me encontraba anestesiado. Sedado sin poder reaccionar ante la realidad que colapsaba a mi alrededor. Polvo. Todo lo que quedo fue una nube de polvo que se disipo para mostrarme que ya no había nada. donde antes había tantos que no eran nadie, solo estabas tú. Debo reconocer que fue mi culpa. Mi necedad de luchar contra mi dolor, de intentar contenerlo, hizo que mi accionar resultara errático y sin sentido para todos, para todos menos tú. Tú me viste, me viste romperme. Me escuchaste gritar cada uno de sus nombres mientras iban cayendo y te quedaste, te quedaste mientras tu pasabas por una guerra similar. Creo que nadie entendió realmente porque te elegí a ti al final. Cuando tantos me apuñalaron por la espalda y al girarme para verles la cara me apuñalaron en el rostro también, solo estabas tú para sostenerme. Creo que algún día podre contar mientras rio, con un cigarro entre mis labios, el relato de ese infierno congelado en que yo estaba viviendo cuando tu llegaste a rescatarme. Ese día ese recuerdo ya no será una herida sangrante, solo será una asquerosa cicatriz en mi pecho, acompañante de tantas otras. Por ahora lo único que puedo hacer cuando alguien me pregunta porque si estoy tan decepcionado de todo, porque si estoy tan desanimado de la vida, porque si estoy tan desilusionado sobre las personas; el simple hecho de escuchar tu nombre me hace sonreír como un niño, es responderles que al final de todo decidí vender una paz vacía a cambio del cielo que existe entre nuestros infiernos.
Atte. Apolo
How about some breakfast? 😋🦶🏼👅🔥🦶🏼👅🔥🦶🏼👅🔥🦶🏼👅🔥🦶🏼👅🔥🦶🏼👅🔥
Avazan, paso a paso, caminan, poco a poco. Las manecillas del reloj de tu alma se mueven. Su dulce sonido me brinda nostálgicos pensamientos. Eres tú, mi niña con sonrisa del gato de la entropía. Eres tú, mi corazón dorado incorruptible. Como te mantienes tan pura, entre tanta malicia. Te admiro, realmente te admiro. Mantienes tanta fortaleza y aunque por dentro estas tan quebrada. Mantienes tanta luz escondida entre tantas sombras. Ves al mundo con unos ojos que ya pocos tienen. Ves en una piedra la belleza que uno busca toda la vida en un espejo. Tan especial y tan única. Excéntricamente dulce. Jamás llegaras a comprender lo que me importas, lo que vales para mí. Eres un escalón al que aferrarme cuando caigo al vacio. Un débil candil que se agota con el tiempo que pasa encendido en el túnel de mi vida. Y yo tan tonto, tan idiota, lo olvido. Eres tú, tú que a pesar de que jamás ha charlado con los demonios de mi vida, los ha visto a los ojos. Los ha oído reír y ha observado el negro de sus ojos, pero jamás se aparto de mi lado. Tu, princesa que espera, en su castillo de cristal, tan herida y tan fuerte. Tan pura y tan inteligente. Tu mi consejera en la poesía de las palabras, que le agregas a mi vida el sentimentalismo que he perdido. Tú que me sonríes y me haces querer llorar, pero me lo trago y te sonrió devuelta. No sé cómo llegar a hacerte entender lo que me importas, pero lo intentare expresar en los frascos que son las palabras escritas. Tu mi aliada, tu mi pozo de los secretos, tu mi amiga. Solo te quiero decir cuánto te quiero y cuanto me importas, cuanto temo perderte y cuanto me preocupa que no lo sepas. Solo quiero recordaros que acá tienes un amigo, un hombro y un oído. Siempre listos, siempre juntos, siempre el uno para el otro. Y así avanzan las manecillas del reloj de nuestra amistad.
Atte. Apolo
�t��
No quiero parar hasta que seas como el aire. No me rendiré hasta que seas aire en mi vida. Hasta que seas invisiblemente indispensable, indiscutiblemente necesario. Hasta que la necesidad de ti sea un requerimiento vital pero inconsciente. Que sepa que te necesito para vivir, pero no se me cruce por la mente que algún día dejaras de estar allí. Quiero que seas como el aire y estés en cada sitio, en cada rincón, en cada lugar que yo visite. Que cada minuto, cada segundo, cada momento estés en mí. Que cuando este feliz, inhale profundamente y te sienta en cada rincón de mi cuerpo. Que cuando este triste suspire, buscando tu consuelo. Que cuando ría o cuando llore, sienta que no tengo suficiente, que acelere la respiración, que busque más de ti. Quiero que seas el aire que necesito con más fuerza cuando tengo miedo, el que busco con respiraciones entrecortadas y que en una profunda respiración me trae calma y claridad. Quiero que seas como el aire cuando estoy agotado, cuando ya no puedo más, cuando los pasos pesan el doble y mi corazón triplica su velocidad. Que en esos momentos de cansancio seas esas bocanadas de aire revitalizante, que te alientan a seguir, a dar un paso más, tras otro y luego otro. Que seas ese viento que se mueve entre las montañas, que me agita el pelo y la ropa, metiéndose en cada ángulo de mi cuerpo. Que seas ese viento que me agita la vida en la cima de una colina, cuando contemplo el panorama después de una larga caminata. Ese viento que me alienta, que me da la bienvenida. Que me hace sentir tan pequeño, tan insignificante; a la vez que me hace sentir grande, casi invencible. Necesario en mi vida hasta el día en que muera, que si me faltas me ahogo. que tengas la capacidad de deslizarte por cualquier rendija para alcanzarme en donde me encuentre. Quiero que seas como el aire, invisiblemente indispensable.
Atte. Apolo
Lo intente. Te juro que lo intente. Sentarme y dejarme llevar. Dejar que mis manos danzaran con la tonada de mi mente y escribieran una sinfonía de mis sentimientos, pero no pude. Se me ha vuelto tan difícil explicar todo lo que siento. Se me ha hecho tan raro eso de expresarme. Como si mis emociones no fueran propias. Fueran implantadas desde otra alma. Ajenas a mi mundo interno. Me siento un extraño en mi propio cuerpo. Desconozco a mi propia mente. Pregúntame como estoy y mi mente se encuentra en blanco. No se ya si me siento de una u otra forma o sencillamente estoy tan acostumbrado a determinadas sensaciones que cualquier otra opción me resulta imposible de reconocer. Como si estuviera encerrado en una caja sin la capacidad de ver más allá de cuatro paredes, un techo y un suelo. Es como vivir con un extraño sin dirigirle la palabra. Intentando entender costumbres que no son tuyas. Es como caminar en un cuarto oscuro, en el que no importa a donde avances todo te resultara igual. La misma mierda cada día. Despertar de madrugada, sudando, después de una pesadilla. Abrazar la almohada sin poder llorar porque no sé si lo que siento es miedo, pero algo en mí me dice que esa es la respuesta natural. ¿Queda algo de natural en mí? Volver a conciliar el sueño solo para despertar por la mañana sintiendo que es todo un sueño. Reír cuando los otros ríen; sonreír, saludar, comer. El tabaco me sabe a ceniza. La lluvia me moja porque es agua, pero yo no lo siento. Escuchar mi voz como si fuera un instrumento extranjero y desafinado. Verme en el espejo y tener esa sensación de ver fotografías familiares viejas, con tantos rostros que a personas cercanas a mí les pueden resultar familiares, más a mí no me producen ni ternura ni rencor. Un extraño con quien estoy tan familiarizado. ¿Estoy cansado? ¿De qué estoy cansado? ¿De tanto hacer nada? Es el efecto de aquella herida, cuyo dolor ha pasado tanto tiempo contigo que ya no duele, solo existe. Es lo que pasa cuando estás tan mojado que ya no sientes frio, pero si dejara de llover comenzarías a temblar. ¿Es que acaso estoy temblando y no lo noto? ¿O es que ardo en llamas y mi piel ya se ha carbonizado? ¿Qué ocurre cuando acá todos me entienden menos yo? ¿Cómo estas, querido extraño que vives conmigo?
Atte. Apolo
No escogimos conocernos, pero aquí estamos. No elegimos encontrarnos, pero sucedió. Tu mirada consumió las sombras de mis ojos. Tus dedos se entrelazaron con los míos y tu sonrisa hizo vibrar la misma esencia de lo que soy. Y acá estamos, temerosos, cansados, preocupados. Tan heridos y tan dolidos por nuestro pasado, que aún nos persigue en forma de espectros. Tan agotados y tan frustrados por el presente, que se empeña insistentemente en derribarnos, cual demonios. Tan agobiados y tan ansiosos por el futuro, que no es mas que sombras a lo largo de nuestro trayecto. Quisiera, al igual que tú, detener el tiempo, quizá retrocederlo un poco, pero contigo a mi lado. Correr por el prado solo porque es primavera. Bailar bajo la lluvia buscando el abrigo de tus brazos. Vivir la vida con la intensidad de las sensaciones que puedes provocar en mí. Quisiera detener el tiempo y permanecer estancado contigo, pero sé que no se puede, tú también lo sabes. Los días pasan frente a nosotros cual manada de bisontes, debemos ser hábiles y fuertes para montarlos y no caer. El tiempo fluye velozmente y no se detiene por nada, como un rio inmenso que podría acabar en una cascada. Podría volver a refugiarme dentro de las blancas paredes que he construido dentro de mi alma. Podría escapar a los más oscuros rincones de mi existencia. Pero tú me infundes el valor para enfrentarme a estos espectros, estos demonios, a estas sombras. Si tú tomas mi mano y me sostienes, podre montar los días sin importar cuan salvajes sean. Si permaneces a mi lado construiremos una balsa voladora para remar sobre el tiempo mismo. El calor que emana tu cuerpo y el frio que provoca mi corazón, crean una templanza tan perfecta. Si tú te engañas al creer que yo podre derrotar todo lo que se nos avecina. Si yo me engaño al pensar que contigo podría llegar a sanar mi fragmentado corazón. Si los gigantes que te atormentan parecen ser invencibles, recuerda que yo tengo los propios, imponentes y obstinados. Si tus cicatrices duelen y te dejan desprovisto de valor, recuerda que por cada vez que te han herido, es una vez que a mí me han hecho pedazos. Mas a pesar de lo difícil de la travesía que nos aguarda, estoy dispuesto a marchar de frente hacia ella. Dispuesto a tomar una onda y una piedra, para matar a tus gigantes. Dispuesto a buscar incansablemente la cura para las heridas que te ha causado la vida. Estoy dispuesto a amarte como nunca nadie no ha hecho. ¿Estarías dispuesto a hacer lo mismo por mí? si el mundo entero se nos pone en contra. Si mis vicios que me matan lentamente me consumen. Si tengo que chocar una y otra vez contra las murallas internas de tu ser. Si debo luchar incasablemente durante días, meses e incluso años. Así deba renunciar a mi propia seguridad. Así deba permitir que mi cuerpo muera por pedazos. Incluso si tarde o temprano dirás adiós y me abandonaras. Si yo viviré con la mirada perdida en el horizonte y tú la mantendrás perdida en el camino recorrido. Nada de eso importara mientras me dejes besarte. Mientras me permitas aferrarme a tu cuerpo. Mientras pueda amarte, hare todo lo que deba y lo hare con una sonrisa. Pues la ternura de tus ojos y la dulzura de tu sonrisa. Lo suave de tu piel y lo dulce de tus manías. Lo contradictorio de tus comentarios y lo inestable de tus sentimientos. Pues todo lo que tú eres, provoca en mí una taquicardia acompañada de taquipnea. Una paresia de mi región bucal y convulsiones en todo mi cuerpo. Un sencillo estado de hiperestesia emocional. Pues eres tú, mío carino, quien me hace sentir vivo. Quien me recuerda porque vale la pena luchar. Quien me hace creer que el amar, no está mal.
Atte.: Apolo
Pensamientos nocturnos y cosas por el estilo. Javier/Bipolar/SaberQueSexual pero sexual/Causipoeta
116 posts