Vendado. Comenzó con una sensación suave y caliente sobre la piel. Tan familiar en cierta forma, pero tan desconocida. Con un aroma extranjero impregnado en un tejido autóctono. Ese sentimiento sin nombre que solo pueden darte aquellos rostros marcados en tu memoria que vuelves a ver años después, cuando ya se han convertido en alguien distinto. Al principio fue un perdón, fue una cura, cargada de esperanza. La esperanza de que llegaría a curar tanto más.
Comenzó como una vibración placentera. Luego siguió creciendo. Creció hasta que mis oídos escuchaban tanto, mi piel palpaba tanto y a mi nariz llegaba tanto olor, a mi boca tanto sabor, que mis ojos se cerraron. Y mi corazón se hundió en los arbustos del bosque que eres. Se perdió entre tus ramas, entre tus flores enzarzadas y las raíces de tus cedros. Me interne en el laberinto, con los ojos cerrados. Camine entre sus muros, sin saber en qué momento chocaría con uno. Sentí tus hojas acariciando mi rostro, sin saber hasta que punto era accidental. Sentí tus espinas clavándose en mis brazos, sin saber hasta que punto era intencional.
Seguí caminando, sin saber exactamente donde estaba, pero con la seguridad de que todo lo que encontraría seria a ti. Llevaste mi corazón a sus limites y los rompiste. Entre mas te conozco, mas siento que no se que quien eres. Entre mas me sofocan mis emociones, mas me enamoro de ti.
¿Has visto a una rosa nacer? La forma en que crece, en que el botón asciende y se abre, la forma en que los pétalos se van extendiendo, cayendo y la flor se termina marchitando. Las emociones en mi funcionan un poco diferente. Como un tumor más bien. Creciendo y creciendo. Sin dejar de crecer. Un asesino inmortal. Que solo sabe crecer y crece tanto que empieza a matar, matar para tener más espacio para crecer.
Así ha ido creciendo todo lo que siento por ti, sin saber hacia dónde crecerá. Así he ido caminando entro de ti, sin saber hacia dónde me llevaras. Pero ya no hay marcha atrás. Ya no puedo parar. Estoy demasiado dentro de ti. Demasiado perdido, demasiado enredado. Con mis sentimientos haciendo fricción entre sí, soltando chispas por ti. Me induces una sobrecarga emocional, que me ahoga, que me asfixia, que me paraliza. Que me encanta. Jamás me había sentido tan vivo.
Atentamente, Apolo.
Te quise con la rabia de quien sabe que un día perderá lo que más ama, y con la calma de quien finge que el mundo no se está cayendo a pedazos.
Avazan, paso a paso, caminan, poco a poco. Las manecillas del reloj de tu alma se mueven. Su dulce sonido me brinda nostálgicos pensamientos. Eres tú, mi niña con sonrisa del gato de la entropía. Eres tú, mi corazón dorado incorruptible. Como te mantienes tan pura, entre tanta malicia. Te admiro, realmente te admiro. Mantienes tanta fortaleza y aunque por dentro estas tan quebrada. Mantienes tanta luz escondida entre tantas sombras. Ves al mundo con unos ojos que ya pocos tienen. Ves en una piedra la belleza que uno busca toda la vida en un espejo. Tan especial y tan única. Excéntricamente dulce. Jamás llegaras a comprender lo que me importas, lo que vales para mí. Eres un escalón al que aferrarme cuando caigo al vacio. Un débil candil que se agota con el tiempo que pasa encendido en el túnel de mi vida. Y yo tan tonto, tan idiota, lo olvido. Eres tú, tú que a pesar de que jamás ha charlado con los demonios de mi vida, los ha visto a los ojos. Los ha oído reír y ha observado el negro de sus ojos, pero jamás se aparto de mi lado. Tu, princesa que espera, en su castillo de cristal, tan herida y tan fuerte. Tan pura y tan inteligente. Tu mi consejera en la poesía de las palabras, que le agregas a mi vida el sentimentalismo que he perdido. Tú que me sonríes y me haces querer llorar, pero me lo trago y te sonrió devuelta. No sé cómo llegar a hacerte entender lo que me importas, pero lo intentare expresar en los frascos que son las palabras escritas. Tu mi aliada, tu mi pozo de los secretos, tu mi amiga. Solo te quiero decir cuánto te quiero y cuanto me importas, cuanto temo perderte y cuanto me preocupa que no lo sepas. Solo quiero recordaros que acá tienes un amigo, un hombro y un oído. Siempre listos, siempre juntos, siempre el uno para el otro. Y así avanzan las manecillas del reloj de nuestra amistad.
Atte. Apolo
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¿Alguna vez has visto al cielo, al errático movimiento de las nubes, lento y agraciado, intentando interpretar sus intenciones y llegando a la única conclusión, de que jamás podrás entenderlas? Así me siento cuando estoy contigo. Como si pudiera pasar durante horas, volviendo día tras día, por muchas semanas, a lo largo de muchos meses, con el pasar de muchos años y jamás podría entenderte. Esa extraña sensación que me recorre, cuando pienso en la enorme libertad que tienes. Porque lo eres, al menos conmigo, eres libre de ser lo que quieras y hacer lo que quieras, mientras sea lo que tú quieres. En verdad eres libre y esa libertad me resulta abrumadora. No es que te tema, le temo a lo que puedo llegar a sentir, pero he llegado a hacerme amigo del miedo. Cuando me siento en su compañía, frente a un café y el humo de mi cigarro, lo veo a los ojos y juego a las apuestas con él, para ver quien tendrá la razón al final del trayecto. Te podría decir, que no me preocupa que te marches. Que he visto tantas veces partir a las personas, que he tenido que decir adiós tantas veces y muchas otras me he quedado con las ganas de decirlo, que incontables veces he vuelto la mirada para descubrir que quien estaba se ha desvanecido. Te podría decir que estoy tranquilo disfrutando del tiempo que nos toque convivir, que he madurado y que sé que las personas tienen un tiempo de bendición en nuestras vidas, que cuando ese tiempo se acaba deben marcharse, pero todo eso sería una gran mentira. Hay un nudo en mi garganta cuando piense en el día en que ya no estarás al otro lado del cristal. Cuando pienso en el día en que ya no sentiré tu lejana presencia. Por eso evito el pensamiento, para no preocuparme por el final y solo disfrutar del viaje. Porque por extraño que parezca, aun cuando estamos en silencio, apartados el uno del otro, sé que estas allí y eso, de alguna forma, me reconforta. Quisiera que me vieras llorar para que sepas que soy tan humano como tú. Quisiera ver tus lágrimas para saber que no me equivoco. Quiero que tomes un martillo o un mazo, si prefieres usar tus manos no importa, y derribes cada una de las murallas que he levantado alrededor de mi alma, con las que he construido un laberinto, del cual todos pueden salir, pero pocas personas han conseguido entrar sin perderse entre los jeroglíficos que dibuje en las paredes. Quiero que tomes cada uno de mis miedos y los tritures con tus largos dedos. Quiero que tomes mis esperanzas e ilusiones y las tritures con la fuerza de tus propias pasiones. Quiero ver como pasas sobre mis sueños con paso de conquista y lo aplastas. Quiero ver como destruyes mi intangible corazón. Ese corazón que no es más que un espectro; un niño fúnebre sentado sobre su propia tumba, cavada con los huesos de amores perdidos. Quiero que tomes mi mano y desmorones mis defensas. Que desquebrajes cada una de mis convicciones. Que me demuestres que me equivoco y el mundo no está plagado de egoísmo y rencor. Táchame de loco si eso le da sentido a mis palabras o llámame un niño si eso te sirve para tomar una decisión sobre mí. Parecerá contradictorio la manera en la que te ruego que termines de lacerarme o me sanes de mis heridas, pero es que no me importa lo que hagas, solo quiero que lo hagas. La verdad es que no sé quién eres y aun así siento que te conozco. La realidad es que no sabes todo lo que escondo, porque has visto esbozos de mis rostros. De los seis rostros taciturnos que se sientan alrededor de una mesa hexagonal, intentando decidir si avanzar o girarse y volver atrás. Si te pido mucho, no hagas nada. Si sientes que no vale la pena, solo vuelve sobre tus pasos. Pero hagas lo que hagas la decisión ya está tomada. Serás tú, quien romperá lo que hay en mí. Ya sean mis miedos y decepciones o lo que queda de lo que alguna vez fueron sentimientos y emociones tan hermosas. Solo quiero que lo hagas. Que me tomes y me veas a los ojos. Que sonrías y estés convencido que no quiero hacerte daño. Que me rompas y me marques con tus dedos. Que me cambies para siempre y yo te haga sentir vivo.
Atte. Apolo.
Siento como me devoran largas noches de velar ideas inconclusas, mientras escucho el crujir de mis nudillos sincronizarse con el de las ramas azotadas por el viento. Dejare que sea el frio abrigo de la incertidumbre el que me acoja y veré un amanecer gris dibujarse con lápiz sobre el lienzo de Dios. Quizá una gota de nostalgia escape de mis acorazados ojos negros o un diluvio fluya desde la caverna de mis palabras. Esperare pacientemente en un letargo añorante la llegada del futuro. Dibujare con mis falanges círculos concéntricos y veré aproximarse la próxima estación de mi vida. No busco otra gloria que la de vivir a mi manera, ni codicio otra riqueza que la de ser libre. No añoro otra aventura que no sea la que me espera, ni pretendo interpretar otro personaje, más que el de mi carne. Abrazare a la tristeza mi lúgubre amiga y me despediré de ella por un tiempo. Cantare a mi amada luna y sus destellos perdidos, y ella se alejara al compás de la sinfonía del tiempo. Soñare que estoy perdido en un abismo y quizá allí pueda encontrarme, conversando con el polvo. Me hundiré en un mar de interrogantes, sin ahogarme en la desesperación de la duda. Tomare tu mano como un niño, inseguro y torpe. Primero me aferrare a tu meñique y dejare que tires suavemente de mis pasos. Luego entrelazare nuestros dedos y te llevare la colina en que algún día, deje escapar un suspiro eterno. Te pediré que me mientas y me digas, que todo estará bien. Te sonreiré y te creeré, que no vas a lastimarme. Aunque quiera reparar todos los corazones que he roto, no puedo reparar aquello que me mata. Negociare la paz con mis fantasmas y les construiré tumbas para que puedan descansar. Fundiré las cadenas que me atan, con las llamas que prenderé de mi culpa acumulada a lo largo de estos años. Me dejare fluir con la corriente de los eventos que llaman y veré el reflejo de mi esperanza en tus ojos. Dejare de tener miedo para darte a ti el valor de partir conmigo. Trazare un nuevo pacto conmigo y buscare la fotografía de mi felicidad, para reproducirla. Me atreveré a deslizar una vez más por la ladera y profundizar el bosque de crecientes posibilidades y plantare en el los planos de mis sueños. Dejare de existir como un niño asustado, para vivir como un joven, aunque me sienta tan viejo. Seré un insensato y arriesgare mi vida, con tal de sentirla llenando mi pecho. Sobreviviré a esta noche con los mil temores que me atormentan y a la mañana gris que precede a la tormenta. Y cuando caigan las primeras lágrimas de lluvia, las beberé para comenzar este viaje. Pues esta es la última noche, de los años largos…
Atte. Apolo
I used to think of love like a sensation. Something completely different from anything I've ever felt. Then I understood that love is more like an expansion, a powerful intensification of every feeling, of every sensation provoqued by that someone you love. Happiness us stronger, sadness is stronger. You care more, you miss more, you need more, you hurt more.
Aunque me lo pidas no podría encontrar el inicio de la soga que nos une a ti y a mí. Tu fuiste la reacción química que nunca predije y los poemas que nunca quise escribir.
Nunca quise enamorarme de tu evasiva pero arrolladora sonrisa, ni pensé romperme con el tacto de tus dedos en mis nudillos. Aún así te grabaste en mi alma, forjandola con cada golpe que dabas a mi vida. Un impacto breve y sonoro, seguido de ausencia, luego repetir.
Podría contar cada uno de los besos que nos hemos dado, pues en todos ellos he dejado un trozo de mi, aún así, en ninguno de ellos has Sido mío. Porque tu corazón tiene grabado el nombre de alguien que nunca he sido yo y cuando ha sido efimeramente libre, el del corazón comprometido he sido yo. Cómo si estuviéramos condenados a solo amarnos en realidades alternas y solo tocarnos en las noches de luna llena.
Puesto que nuestra historia carece de que inicios y no alcanza un final. Es solo un nudo, un nudo eterno, que ninguno de los dos se atreve a cortar. Y no he podido dejar de hacerle barquitos de papel al amor que te tengo, ni he dejado el vicio de encenderle un cigarrillo a tu nombre cuando mi boca comienza a extrañar tu aliento. A pesar de eso le agradezco a la vida el que siempre, de alguna manera, seré tuyo, a pesar de jamás te he pertenecido.
Apolo
Con los dedos, con los ojos. Con el dorso de la mano en una bofetada o la palma acariciando una mejilla. Con un pestañeo o incluso la curva ascendente de la comisura de la boca. Esas marcas que dejamos con la frenética contorsión de un abrazo o la estática maniobra de una mirada fija desde el otro extremo de la habitación.
¿Te marca más que te fabriquen un beso calculado o que descarguen en ti un discurso improvisado?
¿Es la intensidad de la marca dependiente del clima de la temporada o de las coordenadas?
¿Depende mas del pulso de la mano o la tensión de la piel? Victimario o víctima. Pincel o lienzo.
¿a ti te marca mas la suavidad de una piedra envuelta en un paño de seda o el estruendo de una pluma cayendo sobre el cristal?
Es como dejar un mapa en las personas que dibujamos con actos, con promesas, con engaños. Todos tienen una historia tatuada en el corazón. Escrita con mil tipos de letra diferente, con profundidades milimétricamente distintas. Como huellas dactilares en el alma. Debes saber que cada sentimiento es una tinta y cada acto una aguja. El mundo es un lienzo en blanco.
¿Qué es un beso? sino un tatuaje hecho con amor, con engaño o con adiós.
Atentamente, Apolo.
Pensamientos nocturnos y cosas por el estilo. Javier/Bipolar/SaberQueSexual pero sexual/Causipoeta
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