Rompeme

Rompeme

¿Alguna vez has visto al cielo, al errático movimiento de las nubes, lento y agraciado, intentando interpretar sus intenciones y llegando a la única conclusión, de que jamás podrás entenderlas? Así me siento cuando estoy contigo. Como si pudiera pasar durante horas, volviendo día tras día, por muchas semanas, a lo largo de muchos meses, con el pasar de muchos años y jamás podría entenderte. Esa extraña sensación que me recorre, cuando pienso en la enorme libertad que tienes. Porque lo eres, al menos conmigo, eres libre de ser lo que quieras y hacer lo que quieras, mientras sea lo que tú quieres. En verdad eres libre y esa libertad me resulta abrumadora. No es que te tema, le temo a lo que puedo llegar a sentir, pero he llegado a hacerme amigo del miedo. Cuando me siento en su compañía, frente a un café y el humo de mi cigarro, lo veo a los ojos y juego a las apuestas con él, para ver quien tendrá la razón al final del trayecto. Te podría decir, que no me preocupa que te marches. Que he visto tantas veces partir a las personas, que he tenido que decir adiós tantas veces y muchas otras me he quedado con las ganas de decirlo, que incontables veces he vuelto la mirada para descubrir que quien estaba se ha desvanecido. Te podría decir que estoy tranquilo disfrutando del tiempo que nos toque convivir, que he madurado y que sé que las personas tienen un tiempo de bendición en nuestras vidas, que cuando ese tiempo se acaba deben marcharse, pero todo eso sería una gran mentira. Hay un nudo en mi garganta cuando piense en el día en que ya no estarás al otro lado del cristal. Cuando pienso en el día en que ya no sentiré tu lejana presencia. Por eso evito el pensamiento, para no preocuparme por el final y solo disfrutar del viaje. Porque por extraño que parezca, aun cuando estamos en silencio, apartados el uno del otro, sé que estas allí y eso, de alguna forma, me reconforta. Quisiera que me vieras llorar para que sepas que soy tan humano como tú. Quisiera ver tus lágrimas para saber que no me equivoco. Quiero que tomes un martillo o un mazo, si prefieres usar tus  manos no importa, y derribes cada una de las murallas que he levantado alrededor de mi alma, con las que he construido un laberinto, del cual todos pueden salir, pero pocas personas han conseguido entrar sin perderse entre los jeroglíficos que dibuje en las paredes. Quiero que tomes cada uno de mis miedos y los tritures con tus largos dedos. Quiero que tomes mis esperanzas e ilusiones y las tritures con la fuerza de tus propias pasiones. Quiero ver como pasas sobre mis sueños con paso de conquista y lo aplastas. Quiero ver como destruyes mi intangible corazón. Ese corazón que no es más que un espectro; un niño fúnebre sentado sobre su propia tumba, cavada con los huesos de amores perdidos. Quiero que tomes mi mano y desmorones mis defensas. Que desquebrajes cada una de mis convicciones. Que me demuestres que me equivoco y el mundo no está plagado de egoísmo y rencor. Táchame de loco si eso le da sentido a mis palabras o llámame un niño si eso te sirve para tomar una decisión sobre mí. Parecerá contradictorio la manera en la que te ruego que termines de lacerarme o me sanes de mis heridas, pero es que no me importa lo que hagas, solo quiero que lo hagas. La verdad es que no sé quién eres y aun así siento que te conozco. La realidad es que no sabes todo lo que escondo, porque has visto esbozos de mis rostros. De los seis rostros taciturnos que se sientan alrededor de una mesa hexagonal, intentando decidir si avanzar o girarse y volver atrás. Si te pido mucho, no hagas nada. Si sientes que no vale la pena, solo vuelve sobre tus pasos. Pero hagas lo que hagas la decisión ya está tomada. Serás tú, quien romperá lo que hay en mí. Ya sean mis miedos y decepciones o lo que queda de lo que alguna vez fueron sentimientos y emociones tan hermosas. Solo quiero que lo hagas. Que me tomes y me veas a los ojos. Que sonrías y estés convencido que no quiero hacerte daño. Que me rompas y me marques con tus dedos. Que me cambies para siempre y yo te haga sentir vivo.

Atte. Apolo.

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Soy una constelación de momentos tristes

De besos sinápticos, con los labios divididos por espacios que no podian cerrarse.

Solo un intercambio de aliento en la oscuridad.

El equivalente a dos personas soñandose mutuamente en la misma habitación, quizá hasta en la misma cama, soñandose con los ojos abiertos, soñandose hablando dormidos, soñandose en pleno sonambulismo, soñandose y no pudiendo despertarse para hacer los sueños realidad.

El frío es la ausencia de calor de la misma forma en que mi nombre es la ausencia de la permanencia.

Mi nombre es el sinonimo de temporal.

Se escribe con P de: Pudimos vivir tantísimo más juntos pero tenía que marcharme.


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8 years ago

Las manecillas del reloj de nuestra amistad

Avazan, paso a paso, caminan, poco a poco. Las manecillas del reloj de tu alma se mueven. Su dulce sonido me brinda nostálgicos pensamientos. Eres tú, mi niña con sonrisa del gato de la entropía. Eres tú, mi corazón dorado incorruptible. Como te mantienes tan pura, entre tanta malicia. Te admiro, realmente te admiro. Mantienes tanta fortaleza y aunque por dentro estas tan quebrada. Mantienes tanta luz escondida entre tantas sombras. Ves al mundo con unos ojos que ya pocos tienen. Ves en una piedra la belleza que uno busca toda la vida en un espejo. Tan especial y tan única. Excéntricamente dulce. Jamás llegaras a comprender lo que me importas, lo que vales para mí. Eres un escalón al que aferrarme cuando caigo al vacio. Un débil candil que se agota con el tiempo que pasa encendido en el túnel de mi vida. Y yo tan tonto, tan idiota, lo olvido. Eres tú, tú que a pesar de que jamás ha charlado con los demonios de mi vida, los ha visto a los ojos. Los ha oído reír y ha observado el negro de sus ojos, pero jamás se aparto de mi lado. Tu, princesa que espera, en su castillo de cristal, tan herida y tan fuerte. Tan pura y tan inteligente. Tu mi consejera en la poesía de las palabras, que le agregas a mi vida el sentimentalismo que he perdido. Tú que me sonríes y me haces querer llorar, pero me lo trago y te sonrió devuelta. No sé cómo llegar a hacerte entender lo que me importas, pero lo intentare expresar en los frascos que son las palabras escritas. Tu mi aliada, tu mi pozo de los secretos, tu mi amiga. Solo te quiero decir cuánto te quiero y cuanto me importas, cuanto temo perderte y cuanto me preocupa que no lo sepas. Solo quiero recordaros que acá tienes un amigo, un hombro y un oído. Siempre listos, siempre juntos, siempre el uno para el otro. Y así avanzan las manecillas del reloj de nuestra amistad.

Atte. Apolo

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10 months ago

Apenas caben

Mis antologías de poesía francesa y española,

Tus litografías de la prensa francesa de 1800,

Mis pósters de cine independiente

Y tu discografia de Taylor Swift.

Mis pastas maridadas con vino,

Tus recados con la receta tradicional,

Mis videojuegos en edición limitada

Y tus incontables pares de zapatos

Tus abrazos que saben a hogar seguro,

Mis ojos que te reflejan la belleza de tu alma,

Tus dedos estrujando mis entrañas

Y los míos tirando de tu líbido.

Solo eso cabe en el pequeño espacio,

Ese que queda entre tu yo y todo el amor que nos tenemos.

Solo tu, yo, infinitos sueños del futuro

Y nuestro gato ronroneando a los pies de la cama.

Ni si quiera el miedo que te da que me lleve mi amor lejos de ti .

Ni si quiera el miedo que me da ser poco refugio para tu corazon.

Ni si quiera nuestros errores de pasado caben

En el espacio que dejamos cuando nos entregamos al amor.

Te amo Xodó.

Apenas Caben
9 months ago

Cuando muera sepultenme:

Con mi poema de Rimbaud

Para darme valor en el camino

Y mi álbum de Dan Reynolds

Para hacerme sentir comprendido

Con una cajetilla de Marlboro rojo

Para los días de nostalgia

Y una onza de sativa

Para las noches sin fragancia

Una botella de Carolina Herrera

Para sentir cerca a mi padre

Y un estuche de bolígrafos morados

Para pensar en mi madre

Mi baraja de tarot

En la bolsa azul que tejio mi abuela

Un par de guayabas

Del árbol que plantó mi abuelo

El control de la consola

Que compartía con mi hermano

Y el libro de mandalas

Que coloreaba con mi hermana

El peluche de pingüino

Que me regaló mi mejor amigo

Y una copia de la pelicula

Con la que llore con el que ya no está conmigo

La foto enmarcada de la tarde

En qué mi amor fue a buscarme

Y el primer poema que escribi

Cuando supe que no podría escaparme

Son pocas las cosas que amo

Que me hacen feliz cuando estoy roto

Cuando Muera Sepultenme:
8 years ago

No me prometas amarme en vano

No, no me prometas nada; no ates tu lengua con palabras vacías. Y yo, yo tampoco te prometo nada; que las promesas se rompen, que la verdad se transforma, que la vida se cae y levanta constantemente. No te prometo la eternidad de un paraíso porque lo efímero me ha durado más tiempo. Tu no prometas siempre estar conmigo que el huracán de habita entre mis pensamientos a ahogado a más de un marinero. No me veas a los ojos y digas que soy el único, porque el universo está lleno de estrellas más llenas de luz que yo, de cometas más hermosos que yo, de agujeros negros más destructores que yo. Yo no te besare prometiendo que no te lastimare, que no son solo mis demonios, si no mis propios mecanismos de defensa, los que amenazan la integridad de tu corazón.

No me pidas que olvide un pasado que me ha marcado la memoria con la intensidad con que el sol me ha marcado la piel durante todos estos años. No te pediré que me abraces cuando siento que mi pequeño intento de fortaleza se viene sobre mí, porque el arquitecto y el obrero he sido yo, el único responsable de su colapso también. Sencillamente no lo hagas, no me llenes los oídos de palabras y los bolsillos de promesas, que es como comerciar con aire. Como vender globos que se ven tan rebosantes, pero con el tiempo se vacían y se caen. Porque las palabras solo son frascos, a los que nosotros llenamos, vaciamos, rompemos. Porque las promesas solo son recuerdos y esta carta solo es un aviso. Un aviso del contrato que acabas de firmar.

Ese contrato que firmaste, no con tinta, ni con sangre; fue con un beso bajo los árboles, manos entrelazadas sobre el césped, suspiros entre dos asientos de un automóvil. Así que ya no te detengas, ya no des marcha atrás. Ya no me des tiempo ni me pidas espacio. Que no somos dioses ni ladrones para dar lo que no nos pertenece. Entrégate al abismo que yo habito e intentemos llenarlo con tus errores y con mis culpas; con los demonios de tu presente y fantasmas de mi pasado. Llenemos este pozo hasta que salgamos y sepultemos todo eso que queremos dejar atrás o ahógate conmigo en el intento de ver la luz de algo mejor.

No te prometo un amor eterno, pero si te aseguro un amor intenso. Porque estoy cansado de los amores a medias, a escondidas, a pequeños pasos. Estoy cansado de las personas que se confunden en el camino o que me detienen en la puerta. Harto de amar a quienes no se atreven a gritar lo que sienten. A los que no sienten esa pasión que a mí me come las entrañas. Porque la vida es muy corta para tener emociones sobrias y amores flacos. Ámame con todo. Con cada beso, con cada caricia, con cada grito, con cada golpe, con cada insulto. Cuando quiera correr tómame de las muñecas y arrástrame contigo. Cuando quieras huir te tomare del cuello y te morderé las dudas.

Ábreme las puertas y cierra las ventanas. Deja fuera a todos los que quieran entrometerse, porque la gente es ponzoñosa, corrosiva. Ven, acércate, más cerca. Abrázame. Aférrate. No me prometas nada y solo ámame. Mientras podamos, mientras estemos juntos, que ya no estoy dispuesto a amar en vano.

Atte. Apolo.

7 years ago

Los tatuajes que dejamos

Con los dedos, con los ojos. Con el dorso de la mano en una bofetada o la palma acariciando una mejilla. Con un pestañeo o incluso la curva ascendente de la comisura de la boca. Esas marcas que dejamos con la frenética contorsión de un abrazo o la estática maniobra de una mirada fija desde el otro extremo de la habitación.

¿Te marca más que te fabriquen un beso calculado o que descarguen en ti un discurso improvisado?

¿Es la intensidad de la marca dependiente del clima de la temporada o de las coordenadas?

¿Depende mas del pulso de la mano o la tensión de la piel? Victimario o víctima. Pincel o lienzo.

¿a ti te marca mas la suavidad de una piedra envuelta en un paño de seda o el estruendo de una pluma cayendo sobre el cristal?

Es como dejar un mapa en las personas que dibujamos con actos, con promesas, con engaños. Todos tienen una historia tatuada en el corazón. Escrita con mil tipos de letra diferente, con profundidades milimétricamente distintas. Como huellas dactilares en el alma. Debes saber que cada sentimiento es una tinta y cada acto una aguja. El mundo es un lienzo en blanco.

¿Qué es un beso? sino un tatuaje hecho con amor, con engaño o con adiós.

Atentamente, Apolo.

4 months ago

HOT guy tells you to how to jack off to his feet

3 months ago
Happy Monday 🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥👅👅👅👅👅

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8 years ago

¿Dejaste, dejas o dejaras?

Desperté esta mañana, con miedo de abrir los ojos. Me desperté con el miedo de no saber de ti. Me desperté sin ganas de despertar, sin ganas de continuar fingiendo. Me desperté y supe que este era mi punto de quiebre. No quise ponerme los audífonos, por miedo a encontrar esas canciones que me hacen pensar en ti, que me hacen pensar en nosotros. Esas que últimamente solo consiguen hacerme sentir nostalgia. Me puse de pie y repasé lo que sabía. Hoy te vería, eso lo sabía. Tenía que bañarme, eso también lo sabía. Deje que el agua fría terminara de quitarme el sueño y que el silencio terminara de quitarme los sentimientos. Abrí el ropero y observé el espacio vacío. ¿Debía vestirme bien para dejarte o para que me dejes? ¿debía vestirme mal para dejarte o para que me dejes? ¿Me dejarías tu o te dejaría yo? Quizá no pasaría nada y quizá, me estaba vistiendo por nada. Quizá me levante por nada y mejor debería seguir durmiendo o quizá mejor debería dejar de pensarlo tanto y tomar lo primero que alcanzara.

Tome la playera más cómoda que pudiera encontrar. Lisa y azul, como el cielo esa tarde. Tome el pantalón más neutro que pudiera encontrar. Gris y ondulante, como las nubes esa tarde. No quise verme en el espejo, por temor a encontrar allí aquello que había hecho que dejaras de quererme o que sencillamente impidió que llegaras a hacerlo. Quizá fueron mis escuálidas muñecas o la línea en la mitad del puente de mi nariz. Quizá fueron mis uñas a medio comer o la deformidad del tercer dedo de mi pie derecho. No importaba, ya conocías demasiado bien mi cuerpo como para esconder algo de eso. Recuerdo esa última mañana que pasamos en una tina de la habitación de un auto hotel, en que estudie cada esquina de tu cuerpo con las manos, intentando grabarme sus líneas y sus ángulos, mientras tu dormías en la tibieza del agua burbujeante.

Recogí tus cosas. Los episodios que grabe para que te entretuvieras mientras trabajabas y que jamás te entregue. El suéter que me diste para tener cerca tu olor cuando te extrañara que mi madre lavo y jamás volví a pedirte que impregnaras de ti. El cable que dejaste en mi carro cuando cargaste tu celular para seguir jugando a eso que juegas cuando yo te hablo y tú me ignoras. Por ultimo aparte el caramelo que mi hermana dulcemente me dejo para ti. Repasé una vez más la ruta a nuestro encuentro y salí de mi casa. Encendí el carro y apagué el radio. Quería escuchar el viento sobre el ronroneo del motor de mi automóvil, mientras me alejaba por la carretera hacia la ciudad. Aparqué en una calle perdida y comencé a caminar, buscándote entre callejones y callejuelas. Tu intentaste guiarme por teléfono y te reías de mi falta de sentido de la ubicación. Tengo esa tendencia a perderme en entre las calles, tanto como en las palabras.

Cuando finalmente di contigo, estas en una esquina, con el celular en la mano, buscándome en la dirección equivocada. Tenías una de esas camisas azul oscuro que tanto me gusta que te pongas. Tenías esa pose que siempre pones cuando te inquietas, con la mano en el bolsillo, el cuello rígido y los hombros hasta las orejas. Paso a tu lado una hermosa chica de silueta sensual, curvada como el rio y la piel bronceada, dorada como el rio. No me notaste hasta que me tenías a centímetros de un beso. Te reíste y ambos nos detuvimos, estorbando el paso de los transeúntes. Caminamos hasta el parque y te hice dar vueltas por los puestos de libros usados. Ya sabes cuánto disfruto de los libros viejos, que cuentan más historias que las que tienen escritas. Encontramos una banca y yo comencé con antojos de algo dulce. Estaba embarazado de mi ansiedad y tenía las náuseas y los antojos del primer trimestre. Algodón de azúcar de colores o helado con sabor artificial. Mejor tus ojos, viendo cualquier otra cosa que no fuera yo. A las personas, a tus vicios en el celular, al viento.

Te pedí me acompañaras a visitar el cementerio y nos perdí en el trayecto. Mágicamente llegamos y me dirigí al mausoleo de mis ancestros. Recordé ese matrimonio que marco a toda mi familia y la más grande figura de amor que he conocido. Me sentí culpable por las cosas que no hice, por las decisiones que tomé, ya sabes cuánto me gusta arrastrar mi pasado clavado a mi piel con clavos y cadenas. Disfrute del silencio del recuerdo del llanto de los vivos que habita en ese lugar. Observe un enjambre de avispas juguetear entre las flores y escuche tu absoluto mutismo. Abandonamos el sitio con mi garganta seca por anudarse y desenrollarse repetidas veces. Volvimos al parque y nos sentamos junto a la fuente y aun evangelista sin audiencia. Te conté como mi padre solía hacerlo cuando era joven y me pregunté si él había tenido audiencia. Mi padre que sabe hablar, pero no escuchar sin nadie que lo escuche. ¿Es eso posible? A mí me pareció inconcebible. Compre un cigarro a un niño y nos cambiamos de sitio para no contaminar a la pareja que se sentó a nuestro lado con mis vicios.

Me burle de una señorita que se sentaba con gracia forzada junto a su novio, pero bostezaba como un hipopótamo con insomnio de una semana. Me reí de un niño persiguiendo a las palomas con su lagartija de juguete y pensé en los hijos que algún día quise criar y que ahora no se si podría si quiera mantener. Quise tomar tu mano, pero cometí el error de voltear a ver tu cara. Perdida, vagando entre las personas. Me llené de valor y te hice tres preguntas. Primero pregunte que creías. No me entendiste, así que te pregunte más directamente. ¿Es esta una mala época para nosotros o sencillamente ya no funcionamos? ¿o acaso soy yo el que está loco? Te reíste y me dijiste que estoy loco. Me reí y te respondí que lo sé, que todos estamos jodidamente desquiciados, pero esta vez no hablaba de ese tipo de locura.

Me respondiste con tu frase favorita, cuyo autor, sea quien sea, maldeciré toda la vida. Me respondiste esas dos palabras que son tu lema y tu canción. No se me dijiste y yo supe que la conversación había muerto. Tus piernas comenzaron a temblar, inquietas como cuando te conocí. Tus brazos se cruzaron en un gesto de inseguridad y tu cuello se tensó en un gesto de inconformidad. Te caracterice lo tenso, inseguro e inquieto que te mirabas. Disimulaste esos gestos que tan naturales se te ven. Te pregunte qué era lo que querías.

Me explicaste como querías regresar a estudiar; como querías dejar ese trabajo que te está matando, pero sabes que no puedes dejar; y como conseguir otro trabajo solventaría todo lo demás. Me explicaste que crees que todo lo demás se arreglaría de esa manera. como eso permitiría que tú y yo nos viéramos más, como eso repararía lo que sea que se rompió entre nosotros. ¿significa eso que aún me quieres? ¿significa que aun estas luchando por nosotros? ¿significa que aun soy parte del futuro para ti?

Al final pregunte que, a tu parecer, quien había cambiado primero, tu o yo. De nuevo, me llenaste de insatisfacción con tu clásica respuesta de dos palabras. Decidí, que quería comer y caminé al restaurante de comida rápida más próximo. Pedí una hamburguesa y tú no quisiste nada. Me senté a observar las grasientas papas de mi orden y tú a observar la pantalla de tu celular. Tan discretamente como pude te dije cuanto odio que tengas el celular en la mano cuando estás conmigo. Mis papas desaparecieron en mi boca, al igual que las palabras se acabaron de la tuya. Busque tus ojos e intentaste sonreírme. Me lanzaste un beso desde donde estabas y yo no pude responder. Te pedí que no lo hicieras y gire la mirada hacia la calle. Me pediste que te viera y te pedí que no lo hicieras. Que me dolía verte hacerlo.

Esas cosas, que antes me parecían tan lindas, ahora solo me producen incertidumbre y para mí el no saber, duele más que cualquier áspera certeza. Ahora yo busqué tu mirada y solo encontré un rostro inexpresivo y unas cejas arqueadas, como preguntándome que buscaba allí. Me quede perdido un rato en tus ojos y te enumere las únicas tres cosas tiernas que tienes. Tus ojos, que tanto me gustan, siempre con esa tonalidad de tristeza impregnada en las pupilas. Tus orejas, diminutas y perpendiculares a tu rostro con forma de diamante. La última de las tres, no estaba para verla y había perdido la cuenta, de cuantos meses llevaba sin verla. Esa leve sonrisa nerviosa y la manera en que tu mirada huía nerviosa cuando yo te veía fijamente y te sonreía. Esa particular expresión que pones cuando te azareas, que fue de lo primero que me enamoré cuando te conocí.

Termine de comer mi hamburguesa y tu silencio. Nos levantamos y salimos, en busca de mi carro. Compré otro cigarro para trayecto y comencé a caminar intentando averiguar donde había estacionado. Estuve una hora deambulando entre las calles, a pasos rápidos, casi un trote, angustiado. Tú te mantuviste a mi espalda, sin decir una palabra. Quise varias veces que te fueras, que me dejaras, pero te quedaste. Me acompañaste hasta que lo encontré, de la misma forma en que te has quedado todos estos días, a pesar de todo, a pesar de lo perdido que estoy. Conduje hacia la salida de la ciudad, donde tomarías tu autobús y yo saldría hacia mi casa. Me besaste los labios, me besaste la frente, me besaste la mejilla. Te despedí con la voz quebrada y te observé por el retrovisor mientras seguía conduciendo. Y me fui, entre los árboles y la luz filtrada de la carretera, preguntándome si dejaste días atrás, si es hoy que lo dejas o si aún no ha llegado el día que dejaras de quererme. Y conduje hacia mi casa con la única certeza, de que sin importar lo inseguro que puedo llegar a ser, nunca podre dejar de amarte y de quererte y de esperarte.

  • camaleondeplastilina
    camaleondeplastilina reblogged this · 8 years ago
camaleondeplastilina - Superposición emocional
Superposición emocional

Pensamientos nocturnos y cosas por el estilo. Javier/Bipolar/SaberQueSexual pero sexual/Causipoeta

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