Como las gotas de lluvia al caer, creando círculos concentricos en las lagunas. Ondas que colisionan para desaparecer, pero que no dejan de aparecer. Un círculo tras otro, una onda interminable. Así descienden los sucesos que nos conectan a ti y a mi, cual círculos concentricos que no paran de caer. Se desató una tormenta entre los dos, hasta que la cortina de agua fue tan densa que nos dejamos de ver, y la corriente del destino nos arrastró a la deriva de su voluntad. Pero seguias allí, en cada gota sostenida por una hoja, reflejando el sol sobre su superficie, refractandola cual prisma de hermosa naturaleza. Gotas que solo yo podía ver, allí seguías tu, en esas gotas sostenidas, que se deslizaban hasta caer. Que al caer sobre los charcos del suelo se disolvian, creando circulos concentricos en mi memoria. Un interminable desfile emocional. Cual círculos concentricos latía mi corazón. Sin dejar de sentir, renovando la intensidad del amor cuando este se acercaba a desaparecer. Cual círculos concentricos seguiran palpitando nuestras vidas. Como gotas de lluvia que caen sobre el mundo seguiremos existiendo, hasta que nuestros circulos concentricos se conecten otra vez y cual círculos concentricos sigamos latiendo... Atte. Apolo.
Dionisio (@ThisIsDionisio)
Recuerdo la primera carta que te escribí. Era un día soleado, en el cual el aire estaba invadido por el canto de gorriones y el ladrido de algún perro. Mi gato acechaba ronrones en las esquinas y el calor aplastaba mis brazos contra el escritorio. En mi mano la libreta sobre la que tantas veces había redactado. Un lápiz negro se deslizaba entre mis dedos, con el número 2 impreso en la madera y el borrador entre la ansiedad de mis muelas. Mis ojos bailaban sobre cada letra, cada signo. Desde la capital de cada oración hasta el desenlace en forma de punto. Mi corazón latía como perdido, confundido. Sin saber si era un error embriagarse de amor o si la mente era una irrazonable, que pensaba demasiado acerca de asuntos sobre los que no tenía el control. Un temor hacía temblar cada musculo de mi garganta. Tenía tanto que expresar que no había palabras que soportaran el peso de tantas emociones. No sabía ni que quería decirte. Contuve el aliento, pero este se amotino en mi contra y escapo como un doloroso suspiro. Forcé una lágrima desde la comisura de mis ojos, pero estas se negaban a salir y se volvió a escabullir a través de mis labios. Que tímidos eran mis sentimientos en aquel entonces. Un viento rebelde se deslizo entre las hojas de algún pino cercano y las hizo silbar. Uní mis dedos en una plegaria sobre mi cara. Sin saber si ya te amaba o me odiaba por sentirme de esta manera. Así de complicadas son las emociones en mi alma. Gotas de lluvia comenzaron a regarse sobre el suelo, a rodar por las paredes y a deslizarse sobre las ramas de los árboles. Mientras las gotas de mis ojos seguían en huelga, negándose a presentarse a trabajar. No sé cuánto dure en ese trance, ni cuál fue el impulso que consiguió hacerme salir. Solo sé que te escribí una sinfonía caótica y espiritual, que jamás llego a satisfacer todo lo que quería lograr.
La hoja se fue haciendo vieja. Se arrugo y se manchó, la tinta de las letras se corrió. Los sentimientos plasmados envejecieron y algunos murieron. Pasaron los días y los meses, meses en que mis emociones por ti solo crecieron, hasta que lo nuestro adquirió un cáncer terminal y fue muriendo lentamente, sin que ninguno pudiera rescatarlo. Y aquí me tienes otra vez. Sentado en el mismo lugar. En un día que quiere llorar y no puede, en que los gorriones ya han muerto y son sus hijos o sus nietos, los que invaden el aire con sus voces. En que el perro se ha quedado sin voz y a mi gato le han crecido canas, si es que sucede tal cosa. El lápiz negro se acorto tanto que tuve que cambiarlo y nuevamente el borrador se consumió por la ansiedad. Tuve que comprar una nueva libreta, pues la vida dio tantas vueltas que se agotaron las hojas. Las hojas de los pinos, sobre las que silbaba el viento, se secaron y cayeron y fueron reemplazadas. Y ese amor con el que tanto peleaba, que tanto me atemorizaba y por el que tanto quería llorar se quedó. Finalmente las lágrimas decidieron ponerse a trabajar y cayeron y vuelven a caer cuando la herida hace contacto con un recuerdo. Han aparecido nuevas heridas y nuevos rostros me han llevado a escribir. He plasmado más batallas emocionales en una hoja de papel. Y el amor que siento por ti no se ha desvanecido. Es un constante compañero de mi batalla contra la vida. Dejo de ser mi amigo hace ya mucho tiempo y finalmente hicimos las paces en algún momento. Pero jamás me abandono. Acá sigue, a mi lado, preguntándome si se de ti.
atte. Apolo
Esto no es más que una declaración de amor a media noche, bajo un manto estrellado que me recuerda cuán lejos estas de mí. Una respuesta a aquella duda que ha crecido con los años, aquella incógnita de si acabaremos amándonos u odiándonos. Resolver esta encrucijada en que me encuentro, intentando decidir si lo mejor es marcharme o tomarte en mis brazos y dejarte llorar. Absorber tu tristeza y todas tus preocupaciones, como aquella noche en que bailamos al compás del silencio, sin movernos. Nuestro romance no es más que un cruce de miradas, con una intensidad mayor que la de una noche de lujuria. Unas manos entrelazadas, transmitiéndose un amor que ambos aseguramos un existe, pero lo sentimos. Yo por ti y tú por mí. Con la certeza de que no sabemos qué es esto y la confusión de no saber si el sentimiento es mutuo, o nos estamos engañando el uno al otro. Promesas rotas por un temor implacable. Las heridas que mi ausencia ha ocasionado en la misma esencia de tu alma. Cuando irónicamente yo solo quiero protegerla de los demonios que habitan en mí, en la profundidad de mi propia existencia. Los besos que tanto me gusta posar en tu frente y la rosa que deje marchitar en tus dedos, eso es todo lo que te he dado. La cobardía, la maldita cobardía que no me ha permitido averiguar la textura de tus labios, ni el sabor de tu aliento. Tu que me desarmas de todos mis engaños y yo que te he visto sin tu impenetrable armadura. Mis torpes manos que han rasgado la delicadeza de tus emociones, tristemente lo único que querían era acariciarlas. Aquellos juegos de azar en que ambos hemos participado, apostando nuestros corazones como si no valieran nada.
Esto es todo lo que tenemos, todo lo que somos y sentimos… ¿Qué somos? Me preguntan. Somos la incertidumbre y la posibilidad. Esa oportunidad que nos dio la vida, pero no he sabido aprovechar. Cúlpame de todo si eso quieres, pues acepto que he sido un idiota dando vueltas a esta pregunta. Tantas vueltas que solo consiguen marearte y desesperarme. Envolviéndonos en una vorágine de interrogantes insolventes. Por esto he de arriesgarlo todo y no te pido nada. Solo que me dejes acercarme, averiguar si en verdad podemos vivir el caos más hermoso de este mundo. Déjame finalmente dar el paso. Aunque mis piernas tiemblen y tú ya no crees en mí. Déjamelo todo a mí, que yo daré este paso, para saber si la vida aún tiene un lugar para estos amantes que han sido tan cobardes.
Atte.: Apolo.
Just me, after gym, getting playful with my feet and toes 🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥 … sometimes you gotta connect with the little joys in life.
Who else loves a good toe wiggle?
IG:@leochicosta
¿Qué fue lo primero que viste en mí? ¿Qué fue lo primero que capto tu atención? ¿Qué te impulso a acercarte a mí? No puedo evitar pensar que lo nuestro tuvo una marcada sensación de predestinado. Incluso cuando no eras más que un nombre que se comentaba en las conversaciones más esporádicas. Tu nombre tenía ese sabor a golpe contundente contra el suelo. Ese sabor a viento en la cima de una colina. Como estar hasta el fondo, indiscutiblemente derrotado y a la vez en la cima, con una sensación de absoluta victoria. La primera noche que hablamos, debo reconocer, que fuiste un capricho de mis lágrimas retenidas. Solo una necesidad de sentir una narcisista forma de control. ¿Tenías idea de lo que encontrarías al acercarte a mí? ¿te lo imaginabas? Debo admitir que apostaba a que salieras huyendo al momento de quitarte la venda de los ojos. Pero cuando te deje ver la realidad en que existo, cuando observaste por primera vez el infierno congelado en que habitaba, rodeados por todos esos demonios en estasis, esperando al momento en que pudieran abalanzarse sobre mí, tu respuesta fue abrazarme. Me sostuviste y no pude hacer otra cosa más que romperme en mil pedazos, derramándome sobre ti. Tus ojos siempre tienen esa expresión de niño triste, de frágil inocencia. La primera vez que vi a ese niño determinado a protegerme, cuando apenas podía protegerse a sí mismo, no pude evitar reconocer una parte de mi la que me avergüenzo. Recuerdas que te conté sobre los hilos. Sobre como los veía a todos en un cuarto oscuro, a mi alrededor. A todas esas personas involucradas en ese comercio del dolor en que estaba participando. Todos estrangulados por hilos amarrados a mí. Que si me movía hacia un lado o hacia otro los asfixiaba lentamente a todos. Esa imagen me persigue en pesadillas. Pero la verdad es que descubrí que era yo el que estaba siendo estrangulado por todo ese dolor ajeno. Al final todo colapso mientras yo me encontraba anestesiado. Sedado sin poder reaccionar ante la realidad que colapsaba a mi alrededor. Polvo. Todo lo que quedo fue una nube de polvo que se disipo para mostrarme que ya no había nada. donde antes había tantos que no eran nadie, solo estabas tú. Debo reconocer que fue mi culpa. Mi necedad de luchar contra mi dolor, de intentar contenerlo, hizo que mi accionar resultara errático y sin sentido para todos, para todos menos tú. Tú me viste, me viste romperme. Me escuchaste gritar cada uno de sus nombres mientras iban cayendo y te quedaste, te quedaste mientras tu pasabas por una guerra similar. Creo que nadie entendió realmente porque te elegí a ti al final. Cuando tantos me apuñalaron por la espalda y al girarme para verles la cara me apuñalaron en el rostro también, solo estabas tú para sostenerme. Creo que algún día podre contar mientras rio, con un cigarro entre mis labios, el relato de ese infierno congelado en que yo estaba viviendo cuando tu llegaste a rescatarme. Ese día ese recuerdo ya no será una herida sangrante, solo será una asquerosa cicatriz en mi pecho, acompañante de tantas otras. Por ahora lo único que puedo hacer cuando alguien me pregunta porque si estoy tan decepcionado de todo, porque si estoy tan desanimado de la vida, porque si estoy tan desilusionado sobre las personas; el simple hecho de escuchar tu nombre me hace sonreír como un niño, es responderles que al final de todo decidí vender una paz vacía a cambio del cielo que existe entre nuestros infiernos.
Atte. Apolo
Había sucumbido a un sombrío letargo, de profunda melancolía. La terrible decepción de quien entrega un corazón puro y entero, para recibir devuelta un saco lleno de fragmentos y polvo. Había perdido mi voz gritándole a oídos sordo lo que era el amor y la alegría. mis ojos ardían sin poder llorar una lagrima más. Mis sentimientos me pedían con alaridos que acabara con su sufrimiento y mi mente me juzgaba por cometer tantos errores, de los que ella siempre me advirtió. Le dije al amor que se marchara y jamás regresara, este me vio con una risa burlona y se dio la vuelta. Hable con la luna y le jure que no volvería a tener otra amada más que ella. Hice mi vida, un planificado esquema para mí, solo para mí y mis sueños. Y entonces puse a mis emociones a dormir. En una tumba de piedra, bajo un monumento de mármol. Espere al frio, para que las puertas se sellaran y no volvieran a ver la luz.
Vi mi obra concluida, sentado en un barandal, mientras un cigarro se consumía con el tiempo y mus pulsaciones… y entonces lo escuche. Una voz entre la niebla. Y la vi, una mirada perdida. Me perdí en esos ojos de alegría e intente descifrar ese canto que oía. La curiosidad me derroto e intente acercarme a ti. Quería verte, sentir tu esencia y luego marcharme… pro me viste, me hablaste y yo no pude evitar escucharte. Sonreíste y me cautivaste. Cada hebra y cada hilo que sostiene los restos de mi corazón vibraron, con la melodía de tu sonata. No pude detenerlo. Los despertaste. Mis sentimientos crecieron hasta que sus tumbas colapsaron. Se desbordaron por las puertas y me hallaron. Ya no hubo frio, sino un calor, que me llenaba el pecho. Temblé de pánico, pues ya conocía esta sensación y sabía que lo que le seguía era dolor. Quise correr y esconderme, pero no pude ocultarme de tu belleza. No pude hacerlo. Quede atrapado entre la melodía de tus pupilas. Me enamore, tan sencillo como eso. En lo que pareció como un segundo, te quise como si te hubiera extrañado toda una vida. Entonces todo el dolor que había tenido parecía tener sentido. Como si cada tropiezo en el camino me hubiera pulido, entrenado, preparado para encontrarme contigo.
Quiero sentir el terso toque de tus dedos sobre mi piel. El suave roce de tus labios sobre los míos. La dulzura de tu voz en mi oído. La fuerza de tu mirada sobre la mía. Quiero que derritas el frio de mi corazón con el calor del tuyo. Que mis latidos bailen al ritmo de tu sonata. Quiero aprender a bailar al compás de tu vida. Solo sé que quiero que me quieras como yo quiero estar contigo. Sanaras las heridas de mi corazón o marcaras cicatrices sobre mi piel. Terminaras de asesinar a estos moribundos sentimientos o encontraras la manera de devolverles la vitalidad que han perdido. Serás tú mi último intento de alcanzar el amor. Serás quien definirá la dirección de mi alma. Ya sea la eterna resignación a una vida de soledad o la compañía de tu alma por el resto de sus días.
Atte. Apolo
Pensamientos nocturnos y cosas por el estilo. Javier/Bipolar/SaberQueSexual pero sexual/Causipoeta
116 posts