I hate to say it but, these are fucking hot 😅👣🔥
Esto no es más que una declaración de amor a media noche, bajo un manto estrellado que me recuerda cuán lejos estas de mí. Una respuesta a aquella duda que ha crecido con los años, aquella incógnita de si acabaremos amándonos u odiándonos. Resolver esta encrucijada en que me encuentro, intentando decidir si lo mejor es marcharme o tomarte en mis brazos y dejarte llorar. Absorber tu tristeza y todas tus preocupaciones, como aquella noche en que bailamos al compás del silencio, sin movernos. Nuestro romance no es más que un cruce de miradas, con una intensidad mayor que la de una noche de lujuria. Unas manos entrelazadas, transmitiéndose un amor que ambos aseguramos un existe, pero lo sentimos. Yo por ti y tú por mí. Con la certeza de que no sabemos qué es esto y la confusión de no saber si el sentimiento es mutuo, o nos estamos engañando el uno al otro. Promesas rotas por un temor implacable. Las heridas que mi ausencia ha ocasionado en la misma esencia de tu alma. Cuando irónicamente yo solo quiero protegerla de los demonios que habitan en mí, en la profundidad de mi propia existencia. Los besos que tanto me gusta posar en tu frente y la rosa que deje marchitar en tus dedos, eso es todo lo que te he dado. La cobardía, la maldita cobardía que no me ha permitido averiguar la textura de tus labios, ni el sabor de tu aliento. Tu que me desarmas de todos mis engaños y yo que te he visto sin tu impenetrable armadura. Mis torpes manos que han rasgado la delicadeza de tus emociones, tristemente lo único que querían era acariciarlas. Aquellos juegos de azar en que ambos hemos participado, apostando nuestros corazones como si no valieran nada.
Esto es todo lo que tenemos, todo lo que somos y sentimos… ¿Qué somos? Me preguntan. Somos la incertidumbre y la posibilidad. Esa oportunidad que nos dio la vida, pero no he sabido aprovechar. Cúlpame de todo si eso quieres, pues acepto que he sido un idiota dando vueltas a esta pregunta. Tantas vueltas que solo consiguen marearte y desesperarme. Envolviéndonos en una vorágine de interrogantes insolventes. Por esto he de arriesgarlo todo y no te pido nada. Solo que me dejes acercarme, averiguar si en verdad podemos vivir el caos más hermoso de este mundo. Déjame finalmente dar el paso. Aunque mis piernas tiemblen y tú ya no crees en mí. Déjamelo todo a mí, que yo daré este paso, para saber si la vida aún tiene un lugar para estos amantes que han sido tan cobardes.
Atte.: Apolo.
Fuiste un remolino de viento en medio de una caminata de verano.
El sereno frío de una mañana neblinosa y la primer estocada de dolor de una aguja de tatuador . El primer sorbo de café después de una noche de insomnio.
Fuiste un Extended play a medio camino para ser album de estudio. Un interludio en la obra maestra de Dios en mi vida.
Fuiste un beso de mi madre al despertar por la mañana.
Tuviste la magia de todo lo breve y limitado. Demasiado sucinto para llegar a hacerme sufrir.
Solo puedo recordarte como un cortometraje de felicidad en mi compendio fílmico autobiográfico.
A los 21 le rogaba al mundo llegar a los 23. Lo rogaba. Como si fuera una meta imposible y como si la vida fuese a ser más fácil después. Los 22 fueron para probarme a mi mismo que podía ser mas mio que de alguien más y los 23 fueron para volverme a equivocar y desatar a la peor versión de mi software que ha existido.
El Javier de 22 no soportaría al de 24, se enamoraría del de 25, mataría al de 26 y sentiría pena del de 27.
El Javier de 24 tuvo esperanza, el de 25 tuvo dudas, el de 26 decepciones y el de 27 soledad.
Que terrible es la nostalgia cuando estás seguro de que no haces falta.
La irreprocidad emocional es un tipo diferente de herida que no deja de doler, solamente se aprende a vivir con ello. Cómo una quemadura incandescente. Que no te odie quien odias, que no te ame quien amas y lo peor de todo: que no te extrañe a quien te hace tanta falta.
Que extraño tener 27 cuando pensé que moriría antes de los 23. Aunque esta perenne sensacion de muerte, frío y entumecimiento va creciendo con los días.
Pero sigo muerto.
Quiza si morí a los 23.
Quizá soy un fantasma.
Quizá solo necesito un exorcismo, un club de rezadoras católicas con sus rosarios y una esquela circulando en historias de Instagram para terminar de desprenderme de la vida.
Quizá sigo,
Pero sigo muerto.
*El diablo toco la puerta*
Debo confesar que si sentí la punzada dolorosa con tu partida, fría y localizada, pero está vez la cuchilla no se forjo con ausencia, fue forjada con el final del juego que no quería abandonar. La partida que disfrute desde el inicio, que me permitió desplegar todas mis piezas en el tablero. Se adelantó el final con un golpe fugaz, con un descuido. Cuando te marchaste y el punzante dolor cedio, no hubo espacio para la ausencia, solo para un incómodo aburrimiento. Estábamos en la habitación mi aburrimiento, mi diablo y yo. Siempre he seguido las enseñanzas de mi mentor platónico, Oscar Finegan Wilde, cuando dijo "lo único peor que hablen mal de uno, es que no tengan absolutamente nada que decir".
Lealtad al carácter le quiero llamar, al talento de saber representar el papel que te toca en cada etapa de la vida y amar hacerlo. A todos nós llega el turno de ser el villano en la historia de alguien más y yo quiero ser un villano memorable. Con motivos, con principios, con un carisma que te lleva a amar odiarlos. Quiero ser un villano tan espectacular que lo único que quede al final de mi venganza sea mi perfecto acto de redención para convertirme, no nuevamente en el héroe caído que un día fue, sino en el antiheroe perfectamente balanceado entre la nobleza de su cruzada angelical y sus propios demonios internos.
Ya fui en la vida refugio de invierno y la experiencia solo me dejó con muros desgastados y las puertas agrietadas. Vacío y lleno de escarcha.
Ya fui en la vida terapeuta de rotos y descosidos, y la experiencia me dejo con los hilos halados y el esqueleto fracturado.
Ya fui en la vida cementerio abnegado y la experiencia me dejo lleno de tumbas olvidadas que ya solo yo visito y mausoleos decorados con ramos de flores marchitas.
Por eso, está vez, cuando el diablo toco la puerta, le abrí sin titubear, lo senté en el sofá y le servi un te frío, para el calor tan infernal. Comenzamos a conversar, mi diablo y yo, sobre la entropia que recorre mis venas, la paz que añora mi corazón y negociamos armonía para finalmente dejarme llegar a ser el ángel de alas negras que siempre ha estado destinado a ocupar el reflejo de mi alma.
Intento buscar una emoción que describa aquella sensación. La sensación de verte extraer la pequeña caja blanca de tu mochila. De que ofrecieras satisfacer a mis demonios. La sensación de escuchar el pestillo del encendedor produciendo chispas, encendiendo una llama. De ver a la llama danzar sobre el tabaco. De ver el delgado cilindro de papel deslizarse entre un par de dedos aún más delgados. No termino de entender que es lo que siento al ver todo eso suceder y que los dedos sean los tuyos.
¿Fue acaso decepción? ¿O es una profunda tristeza? ¿Es más parecido a vergüenza o a frustración? ¿O más bien la rendición de mi corazón ante una amalgama emotiva? Pero que no te confundan mis palabras, que si estoy decepcionado es de mí, por no haber sentido el aroma seco que se impregno a tu ropa antes. La profunda tristeza es por no poder ver tu mirada entre la cortina de humo. Si me siento avergonzado es de mi por haberlo hecho tantas veces frente a ti y la frustración es producto de las veces que me pediste que dejara de hacerlo y solo me reí en tu cara.
Y es que conozco esa expresión, a melancolía disfrazada de sonrisa. Conozco esa manera de inhalar, como intentando extraer toda la falsa satisfacción que este atrapada en un cigarro. Porque conozco esa manera ansiosa de buscar otro cigarro con los dedos, rascando entre los espacios vacíos del paquete. Porque he visto antes esa forma de exhalar, intentando sacar hasta la última gota de tristeza de tu alma. Reconozco ese desesperado comportamiento, que se aferra a ser fuerte a pesar de estar hundido en sí mismo. Reconozco tu comportamiento en mí.
Porque es lo mismo cuando bebes e intentas ahogar cualquier grito de derrota que este habitando en tu garganta. Es lo mismo cuando llegas al punto de quiebre y explotas, caes por trozos y te rindes al llanto, para luego callar. Callar hasta que las piezas vuelvan a encajar entre si y esperas. Esperas a que vuelvas a quebrarte. Todo para caer en un círculo más vicioso que los otros hábitos que has adquirido.
Es que la tristeza es un vicio, mi hermano. Es un vicio más mortal que cualquier hierba. Es un vicio que gusta de relacionarse con otros vicios. Es un vicio que en silencio te arrastra un barranco o una cuerda colgando de una viga de tu habitación. Es un vicio que te invita a la barra de una cantina o la esquina de un fumadero.
Es por eso que me duele verte hacerlo. Es por eso que me mata verte caer y saber que estas cayendo; y no saber si estas pidiendo ayuda o solo quieres dejar de sentir que te importa lo que sienten los demás. ¿Es que acaso no ves que acá estoy? ¿Es que no he sabido demostrarte que te amo? ¿Es que no entiendes que quiero la exclusividad de mis vicios y el monopolio de la tristeza, para que tu no la sufras?
Atte. Apolo
Who’s down to be my boy next? 🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥👅👅👅👅
X:@KinkyDirtyMen
Una vida de tristeza ajena. A eso se resume esto. Así se siente ser codependiente. A una constante serie de terapias de reparación de vidas. Aclarando mentes confundidas, disipando el humo de sus temores, cubriendo heridas sangrantes hasta que cicatricen. Y es allí donde duele, donde cicatrizan. Porque se van, porque te dejan, porque te olvidan. Como un huérfano olvidado. Es una extraña sensación haber pasado días, semanas, meses, quizá años; despertando cada día con la intención de reparar la vida de alguien, dispuesto a atender las necesidades que te presenten, dispuesto a brindar todo lo que tienes y conseguir lo que no para que no le falte a alguien más. Es una extraña sensación darlo todo por alguien que cuando lo tenga solo se dará la vuelta y se marchara, con un paso reconstruido, sin volver a ver toda la basura que te dejo en el camino. Así se siente ser como yo, a veces, muchas veces. Tengo un problema con las despedidas, curioso porque las he vivido toda mi vida. no despedidas de personas que llegas y sabes que se irán, despedidas de personas que quisieras que nunca se marcharan. Al final el patrón se aprende y sencillamente comienzas a esperar que todo mundo se marche eventualmente. Es lo que siempre hacen. “¿Por qué no hablas más? ¿Por qué no nos cuentas un poco de ti? ¿Qué opinas al respecto?" ¿para qué quieren saberlo? Creo que soy yo el que está mal. El que espera más porque está dispuesto a dar más y ese mas, sencillamente esta de más. Porque llegan, se reúnen, se intercambian y se marchan; y yo me quedo, sin entender porque no se quedaron más. Un cuartel de invierno, que buscas cuando estás perdido, cuando sabes que la época será demasiado dura para continuar el viaje. Cuando necesitas establecerte en un lugar solo mientras pasa la ventisca. Así me siento. Como un cuartel de invierno. Como una cabaña de verano, donde te retiras a pensar, a aclarar las ideas, a recuperar la noción de quien solías ser y hacia dónde vas, para luego regresar a tu cotidianidad en la gran ciudad. Como un retiro espiritual. No soy más que un retiro espiritual. ¿Dónde estabas cuando yo pase mis inviernos? ¿Dónde podía refugiarme? Creo que soy yo el que no sabe amar, porque no puede detenerlo, porque no conoce el modo de controlarlo. Los amigos no existen, me dijo mi madre. Pero yo existo. Acá estoy, dispuesto a escucharte, dispuesto a ayudarte, a esperarte, a levantarte. ¿Estoy equivocado? ¿En qué momento me equivoque? Ser codependiente es una maldición. Esperar que la gente te espere, que al menos te espere a que puedas levantarte, es doloroso. Al final por eso siempre vuelven, porque saben que su cuartel de invierno siempre estará en el bosque, su cabaña de verano siempre estará en esa playa, su retiro espiritual siempre se celebra en noviembre. Saben que yo siempre estaré acá. ¿Para qué quedarse entonces? ¿Para qué esperar? Creo que mi problema no radica en amar y no ser amado, si no en esperar ser amado en la misma forma en que yo amo. Atte. Apolo
Ni una carta, ni un mensaje,
Pero tengo un poemario con tu nombre en la portada.
Es que lo quiero todo. Las tardes cocinando y discutiendo sobre la receta correcta a seguir, entre tu obstinada decisión de hacer todas las recetas lo más tradicionales posibles y mi deseo infantil de siempre experimentar. Las fiestas llenas de color y musica y formulas químicas, verte bailar entre el tumulto y que parezca no existir otro cuerpo mas que el tuyo, sentir como me buscas siemore en la pista y como siempre me tomas de la mano para no perderme. Quiero las peleas en el coche porque dices que soy imprudente al manejar pero aun así tengo la certeza de que no te sientes seguro con nadie más al volante que conmigo. Quiero verte discutir con el gato que dices odiar, al que llamas apestoso siempre que lo saludas al regresar, porque se que como Shakira es por qué has aprendido a quererlos, porqué te he visto buscarlo para acariciarlo cuando te distraes y bajas la guardia. Quiero enseñarte a quererme aunque me pueda parecer imposible y aterrador, porque sé que soy particular y peculiar y lleno de rarezas e intereses que parecen no tener sentido entre sí pero en mi forman parte de la jungla que existe en mi cabeza. Quiero estar en todo tu camino de sanación, aunque no pueda caminar por ti, aunque sea duro, aunque te de miedo, aunque duela, quiero acompañarte en cada paso que des en el. Quiero estar junto a ti en todas las madrugadas que una pesadilla te hace respirar agitado entre tu sueño y comienzas a gritar dormido, para abrazarte y susurrarte al oído: "estoy aquí y todo está bien, estás en casa". Quiero verte bailar borracho una y mil veces más y verte reír hasta ahogarte todos los días de mi vida y tampoco quiero perder un solo llanto que pueda secar con un abrazo o un solo mal día de trabajo en que pueda ser tu refugio.
Contigo supe desde la primera mirada que quería esa certeza de la incertidumbre. La certeza de saber que te quiero conmigo a través de toda la incertidumbre que la nos traería.
Pensamientos nocturnos y cosas por el estilo. Javier/Bipolar/SaberQueSexual pero sexual/Causipoeta
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