Dejemos, pues, sin ofuscarnos, que se cumplan los destinos del planeta. Nada lograrán nuestros gritos; nuestro mal humor sería inoportuno. No es seguro que deje de fracasar la Tierra en el cumplimiento de su destino, como probablemente ha sucedido a mundos incontables; incluso es posible que nuestra época sea considerada un día como el punto culminante, pasado el cual la humanidad no habrá hecho sino decaer; pero el universo no conoce el desaliento, y recomenzará sin tregua la obra abortada; cada fracaso le deja lleno de juventud, despierto, lleno de ilusiones. ¡Valor, valor, naturaleza! Prosigue, como la asteria sorda y ciega que vegeta en el fondo del Océano, tu oscuro trabajo de vida; obstínate; repara por millonésima vez la malla de la red que se rompe, rehaz el taladro que abre, hasta el último límite de lo posible, el pozo del que ha de brotar el agua viva. Sigue apuntando indefinidamente al blanco que marras desde la eternidad; procura tomar la embocadura del agujero imperceptible del estrecho paso que lleva a otro cielo. Para llevar a cabo tu experiencia cuentas con el infinito del espacio, y el infinito del tiempo. Cuando puede uno equivocarse impunemente, se está siempre seguro de triunfar.
Recuerdos de infancia y juventud. Ernesto Renan.
La llamada de la muerte es también llamada de la vida. La muerte resulta dulce si la afirmamos, si la asumimos como una de las grandes y eternas formas de la vida y de la transmutación.
Sobre la muerte, Herman Hesse.
Pasado y futuro ocultan a Dios a nuestra vista; quémalos con fuego. ¿Hasta cuándo te dividirán estos segmentos, como una caña? Mientras la caña está dividida, no conoce secretos ni responde vocalmente al labio ni al aliento.
Rumi
Lo que hay que hacer aquí es abrir un círculo de estudio revolucionario y adoctrinar a toda esta lacra por la fuerza...
Ángel el ángel a Tora en el Royal de la altamente recomendable novela "El Carnaval de Sodoma"
Sé que me ha correspondido lo mejor del tiempo y del espacio, y que nunca me han medido, ni me medirán jamás. Mi viaje, a pie, es un viaje perpetuo (¡venid todos a escucharme!).
[...]
No tengo cátedra, ni Iglesia, ni filosofía.
No llevo a nadie hasta la mesa puesta, ni a la biblioteca, ni a la Bolsa.
A cada uno de vosotros, sin embargo, hombre o mujer, os conduzco a la colina.
Con el brazo izquierdo os sujeto por la cintura y con el derecho señalo el panorama que ofrecen los continentes y el camino público.
Ni yo ni nadie podemos hacer ese camino por ti: has de hacerlo tú mismo.
No queda lejos: está a tu alcance.
Quizá lo estés recorriendo ya, desde que naciste, y no lo sepas. Quizá esté por todas partes, y atraviese la tierra y el mar.
Pasó una piedra que lanzó una honda; pasó una flecha que aguzó un violento. La piedra de la honda fue a la onda, y la flecha del odio fuese al viento. La virtud está en ser tranquilo y fuerte; con el fuego interior todo se abrasa; se triunfa del rencor y de la muerte, y hacia Belén… ¡la caravana pasa!
Rubén Darío
Se recela de la expresión «eterno», pero yo sólo puedo describir el vivir como beatitud de un estado no temporal, en el cual presente, pasado y futuro son una misma cosa. Todo cuando sucede en el tiempo estaba allí compendiado en una totalidad objetiva. Ya nada se encontraba separado en el tiempo ni podía medirse mediante normas temporales. El vivir podría definirse en última instancia como un estado, como un estado de ánimo, que, sin embargo, no puede imaginarse. ¿Cómo puedo imaginarme que existo a la vez anteayer, hoy y pasado mañana?
Entonces algo no habría comenzado todavía, otra cosa sería de la más diáfana actualidad y nuevamente algo estaría ya terminado, y, sin embargo, todo sería una misma cosa. Lo único que la sensibilidad podría captar sería una suma, una irisada totalidad en la que estaría incluida tanto la esperanza de lo que comienza, como la sorpresa acerca de lo ya sucedido y la satisfacción o desilusión sobre el resultado de lo sucedido. Un todo indescriptible en el que se está inmerso; y, sin embargo, se percibe con objetividad completa.
Que pase
¡Ah! ¡Muy bien! ¡Haced entrar al infinito!
Louis Aragon
Libro de sueños, Jorge Luis Borges
Amo los ventiladores, son la más noble de las maquinas inventadas por el hombre. Los ventiladores nos traen a los inmoviles los aires de otras regiones. Si se pasa las suficientes horas frente a él sin contraer neumonía o resfriado se puede aprender a percibir los olores lejanos el guisado quemado de los vecinos de ayer, la fresca pasta dental en los dientes de un pequeño, el cigarro fumado con prisa, las diferencias de las heces fecales de los perros de la calle y los de hogar.
Fragmento de la obra teatral "Ensayo sobre la inmovilidad" escrita por Alberto Villarreal.
El niño divino se presentó frente a mí desde lo espantosamente ambiguo: lo feo-bello, lo malo-bueno, lo irrisorio-serio, lo enfermo-sano, lo inhumano-humano y lo no divino-divino.
Comprendí que el Dios que buscamos en lo absoluto no se encuentra, por cierto, en lo absolutamente bello, bueno, serio, alto, humano o, incluso, divino. Allí el Dios estuvo alguna vez. Comprendí que el Dios nuevo está en lo relativo. Si el Dios es lo absolutamente bello y bueno, ¿cómo ha de abarcar la plenitud de la vida, la cual es bella y fea, buena y mala, irrisoria y seria, humana e inhumana? ¿Cómo puede el hombre vivir en el regazo de la divinidad, cuando la divinidad sólo atiende a una de sus mitades?