“— Sé a qué se refiere. — ¿Lo sabe? Sí, tal vez. Empiezo a creer que sí lo sabe. — Las sombras de quienes pudimos ser y no fuimos… ¿No se trata de eso?… De quienes soñamos ser y nos hicieron despertar. Las sombras de aquellos a quienes una vez amamos y no conseguimos jamás, de quienes nos amaron y cuya esperanza matamos por maldad, estupidez o ignorancia.”
—
El maestro de esgrima.
Arturo Pérez-Reverte.
So that could explain why Pepe is hitting on a random black bull with a white stripe???
GET YOUR SH!*T TOGETHER, PEPE!! It's not even a cat!
RAFAEL MARQUEZ LUGO - FUTBOL
Este futbolista nació en la Ciudad de México. Debutó en la primera división del fútbol mexicano con Pumas en la jornada 7 del Invierno 2000 en un partido ante Monterrey. Pasó por Chiapas, Monarcas (en dos ocasiones) Pachuca, Tecos, América, Atlante hasta llegar a Chivas, su club actual.
Con el Atlante, ganó la Liga de Campeones de la CONCACAF con lo que consiguió el pase al Mundial de Clubes de la FIFA de 2009, certamen en el que quedó en el cuarto puesto.
Con la selección mexicana ha disputado los olímpicos de Atenas en 2004 en donde sólo llegó a la fase de grupos, en la Confederaciones de 2005 quedando en 4to lugar, dos Copa Oro y en la Copa América de 2011.
ALICE A. BAILEY
“Para mí tú eres el conjunto de letras más bello que se puede leer en esta existencia fugaz o en este plano activo, pues tú eres verso, palabras en verbo, la estrofa perfecta en un soneto y la representación viva de la poesía; pero me es necesario detenerme en este punto y aclararte algo antes de seguir proclamando quien eres para mí, ya que no sólo te leería con la mirada, yo a ti te leería con el alma, los labios, mis manos y hasta con todos mis días. Sería para mí imposible no leerte, ya que te leería en silencio, tras cada suspiro, inmerso en la multitud de voces de esta humanidad, en medio de la nada, en cada viaje que haga al subconsciente al caer la noche, e incluso sumergido en lágrimas, yo a ti te leería. Porque te leería aun sí la noche fuera muy profunda o el frío desgarrase mi alma y yo cayera preso de la agonía; y es que incluso si la misma muerte tocara a mi vida en este extracto de existencia, sin pausa alguna y sin vacilar en mi acto, yo, yo te leería. Te leería como aquel niño que raya la madurez, y al encontrarse por primera vez con la poesía, sus ojos dan a luz a un joven enamorado por la vida. Te leería cada día como aquel que lee entre líneas y siempre encuentra un sentimiento que nunca había percibido al estar en presencia de su párrafo favorito. Te leería como esos que al encontrarse con los versos perfectos, le es imposible no cambiar su caminar por completo, pues cada palabra escrita alteraría mi contexto de percepción por la vida y me alimentaria ese monstruo interno de emoción por vivirla. Te aprendería de memoria y luego te olvidaría por completo, y así podría crear el pretexto perfecto para leerte cada noche entre mis sábanas y amanecer entre tus letras. Te buscaría entre mis libros favoritos, esperando en fe no seas una vana ilusión o la locura de un bardo en una noche de epifanía; porque tal cual agua en el desierto, para mí eres lectura necesaria en mis días. Sí, no podría no leerte, pues tú para mí eres más que letras, verso y poesía; tú para mí, eres vida.”
— jorgema || Lectura inevitable.
De mi teatro tragedia.
Yo soy escritor, todo el mundo lo sabe.
Aunque algunos me confunden y me tildan de hipócrita, presuntuoso y violento.
Incluso de soñador me han calificado pero la verdad es que las personas me visitan por curiosidad, por intriga, por desconcierto.
Entran – casi siempre de noche – al recinto y, al verme sentado en el escenario , se ríen, se dan cuenta de que existo.
Incluso creo que me comprenden, como si ese par de miradas creara un lazo entre nosotros; una especie de relación depredador-presa.
La pálida luz del teatro, los ventanales que reflejan todo, la mucha mucha gente y yo ahí, iluminado por mi lamparita… no sé, es tierno, singular, casi romántico.
En mi escritorio de plástico, con mi cuaderno y mi lápiz plásticos, muestro mi rostro de plástico –con sus pestañas plásticas –a mis seguidores y detractores (que al final son los mismo con diferencia de que a unos les falta valentía).
A veces hasta siento pena de no poder hablarles, de no poder decirles cuánto me importan. Pero bueno, ellos saben que soy escritor, y excéntrico, sumamente difuso, y encima solo, así que me comprenden.
De hecho, por eso me compran… aunque poco, bastante poco.
Bueno… cada cierto tiempo alguien se apiada y compra un poema. Al menos eso me piden, un libro, un ensayo o un poema. Sin embargo, yo les vendo mariposas de papel , o gorriones de origami, los cuales ellos rechazan amargamente.
Contando esas, son pocas las ocasiones en las que se acercan, pero normalmente miran de lejos. Saben lo que soy pero les intereso a la distancia, sólo a través del ventanal de la vitrina, del portón y de las plateas doradas.
Sí, es triste, y más lo es conformarse con eso: asumir que puedo vivir de exponerme y de uno o dos versos al día.
Y es que la vida del artista es dura, tan dura. Sólo soy feliz cuando alguien nota mi angustia, cuando me encuentro bajo su reflector, entonces mi corazón se inunda de emoción, traigo mi bastón de tinta y comienzo a escribirles enérgicamente, mas después se van, y entonces lloro hasta que alguien aparece otra vez y me ve llorando de nuevo. Ahí levanto la mirada, al notar que observan mis lágrimas lloro un poco más para sentirme bien, luego paro: se marchan, y así sucesivamente…pero siempre iluminado por mi lamparita.
Soy tan escritor que a veces ni yo me reconozco; un hombre de tristeza , o una tristeza de hombre. Aunque – y lo que es aún más fatal – pocos me reconocen como soy. Omiten con recelo que soy escritor sólo cuando escribo, el resto del tiempo soy un humano, con pasiones peculiares, malos hábitos como el de extrañar y alegrías que de vez en cuando se derraman de mis venas.
No saben que detrás del telón, cuando incluso los sin rumbo y los bohemios han abandonado el teatro, este escritor se baja de la tarima, se quita la armadura de papel, exhausto. Limpia sus pestañas de esos relámpagos acumulados durante el día y suspira.
Entonces enciende el tornamesa y se recuesta en los tablones, y sueña sumido en esa oscuridad total.
Así hasta el día siguiente, donde el sujeto madruga para subir al tejado a esperar con ansias el despertar de la gris ciudad.
Después toma exactamente tres vasos de esperanza en la mañana, limpia algunas sobras de sarcasmo que dejó el público anoche y abre el teatro de nuevo.
Tristes los que se venden por tan poco.
– ¿Alguien desea boletos para la función de esta noche? –
Anónimo
“Ya no me nace hablar con nadie. Los oídos parecen ocupados y los corazones demasiado vacíos.”
— Stup